Boletín núm. 3 - 9 de marzo de 2021
ivindicaciones fe
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eninas. Por este motivo se propuso como tema tratar, el de la situa-
ción de la mujer en la Iglesia, y se envió como texto introductorio un artículo de la perio
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dista Nerea Balinot titulado «Cristianas y feministas». Se incluye ese texto en este
boletín para los miembros del grupo que no lo reciben por correo electrónico.
En la reunión, aunque también se tocó algo este aspecto de la problemática femenina,
el debate que tuvimos abarcó una temática s amplia y abordó, principalmente, la
cuestión de si las manifestaciones y movilizaciones que tienen lugar en un día como
este son el instrumente idóneo para defender los derechos de la mujer. Ocurre que esta
discusión está presente en la sociedad, y el argumentario de quienes defienden opinio-
nes contrapuestas sobre este asunto se coló también en nuestra reunión.
No es casualidad que, en los medios de comunicación, las opiniones contrapuestas so-
bre esta cuestión coinciden con los posicionamientos políticos. Las movilizaciones femi-
nistas, al igual que las del movimiento obrero, tienen muy mala imagen en la prensa y
otros medios de información de la derecha política. Su argumentario insiste mucho en
que hay otros medios, pero la realidad es que trivializan las movilizaciones (presentán-
dolas como innecesarias, negativas…) porque se rechazan las reivindicaciones que las
motivan. En nuestro debate se expusieron abundantemente argumentos a favor y en
contra de ese tipo de acción social. Un argumento en contra de la reivindicación de
igualdad entre ambos géneros es que a las empresas puede interesarles menos la con-
tratación de mujeres dado que con ocasión de partos pierden varios meses de actividad
laboral. La idea que subyace en este tipo de argumentación es la defensa del modelo de
sociedad tal como es en esta realidad que no se quiere transformar. Es decir, se da por
sentado que la producción debe ser gestionada por empresas cuya finalidad es generar
beneficios para sus dueños, y a esa finalidad se sacrifica el bienestar de las familias de
los trabajadores. La conclusión debiera ser que necesitamos otro tipo de sociedad con
otro tipo de valores, una escala de valores en la que persona humana, en condiciones
de igualdad con todas las demás, no deba ser medida o valorada por los beneficios que
proporciona a los inversores de capital.
En nuestro debate no faltaron también argumentos contrarios a esa filosofía capitalista,
y hubo intervenciones enfatizando la necesidad y conveniencia de visualizar pública-
mente las reivindicaciones. De hecho, el mismo día de esta movilización feminista, en va
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S
eguimos realizando de for-
ma telemática las reuniones
de nuestro grupo
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ientras per
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sisten las circunstancias que
no per
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iten las reuniones pre
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senciales. Es de agradecer a
Luis pez el que nos facilite
los medios para el uso de este
sistema, y es una stima que
no todos los
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bros del gru
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po participen por no disponer
de los medios informáticos o
por alguna otra razón.
La reunión de este mes tuvo
lugar ayer día 8 coincidente
con la fecha dedicada a las re
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ivindicaciones fe
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eninas.
rias ciudades en nuestro país, algunos murales con contenido feminista habían sido
destruidos con sobrepintura. Esos actos también son visualización de ideas, y fueron
realizados por gente que cree en la eficacia de la visualización pública de ideas. Des-
pués supimos por los informativos que en algunos países habían sido violentamente re-
primidas las manifestaciones femninistas, o sea que sí importa la visualición pública de
las reivindicaiones y se reprimen cuando se rechaza su contenido. La táctica de la ex
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trema derecha es combatir las reivindicaciones de caráctar socialista o feminista mien
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tras multiplican las suyas propias. Se acusó al Movimiento Feminista de haber contri
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buido a la difusión de la epidemia por su movilización masiva del pasado año, pero des
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de entonces los grupos de la derecha no han cesado de manifestarse y lo hacen sin nin
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gún tipo de precaución para evitar el contagio. ¿Hace falta mucha perspicacia para dar
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se cuenta de que estamos ante la misma «lucha de clases» de siempre?
En nuestro debate también se prestó alguna atención a lo que en realidad era el tema
propuesto: la situuación de la mujer en la Iglesia. Se puso de manifiesto, por alguna
intervención, de que la postergación de las mujeres en el terreno religioso fue ya bas-
tante anteriora la aparición de nuestra Iglesia. En el judaismo existe una oración que
recitan los varones y que dice textualmente: «Bendito seas, Señor Dios nuestro, Rey del
Universo, porque hiciste que yo no naciera mujer». En el judaismo y en otras religio-
nes, el sacerdocio y otras funciones del culto estaba, y sigue estando, reservado a los
varones, y ni siquiere les estaba permitido prestar testimonio en los juicios. Se
consideró positivo que en el reciente viaje del Papa a Irak, se hubiese permitido a algu-
nas mujeres algún tipo de servicio religioso en el culto allí celebrado. En el caso
nuestra iglesia. En realidad, lo malo no es que las funciones de culto estén reservadas a
los varones, y además célibes, lo malo es que esas funciones existan, pues no hay nin-
gún indicio de que Jesús de Nazaret hubiese querido establecer ese tipo culto. Sabemos
que entre los primeros seguidores de Jesús había también algunas mujeres, y nada
hace pensar que tuviesen en el grupo menos importancia que los varones. De hecho, a
quienes primero se apareció Jesús resucitado fue a mujeres, y les asignó la condición
de testigo en aquella sociedad que rechazaba el testimonio de las mujeres. Es claro que
el Mesías no aprobaba aquel tipo de sociedad, y tampoco aprobaría la que “disfruta-
mos” en nuestra época, con su machismo y su explotación clasista.
P
ensando en la reunión del próxi
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o mes de abril, se decidió que tuviera lugar el lunes, día
12, y como tema a estudiar, si no surge algún otro más urgente, podríamos proseguir
con la lectura y comentario del libro de JoMaría Castillo: «El Evangelio margina-
do».
O
portuna
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ente se enviará a los miembros del grupo el texto del capítulo que toca.
El próximo sábado, día 13, entre la 11 y las 13
horas, REDES CRISTIANAS tendrá encuen-
tro telemático sobre el tema de la emigración.
Tendrá la estructura siguiente:
1) Ponencia de 30 minutos
2) Diálogo con el ponente en el que se anima a
la participapación sobre la emigración de
miembros de los distintos colectivos de RE-
DES CRISTIANAS.
Para la ponencia se eligió al juez de Las
Palmas, experto y muy comprometido en el
tema, Arcadio Díaz Tejera (hay varios vídeos
de sus intervenciones y entrevistas en Inter-
net). En su momento se enviará el enlace de
ZOOM.
CRISTIANAS Y FEMINISTAS: Una revolución desde dentro
La primera gran provocación de las feministas norteamericanas fue leer la Biblia. Susan B. Anthony y
Elizabeth Cady Stanton, pioneras del sufragismo, ya habían denunciado la opresión de las mujeres en la
Declaración de Seneca Falls (1848) y habían luchado por la abolición de la esclavitud. Incluso habían roto
el consenso de este movimiento al rechazar aquellas enmiendas que, en sus principios de igualdad entre
razas y derecho al voto para todos los ciudadanos, olvidaron a las mujeres. Sin embargo, nadie afirmó que
el mismo demonio estaba entre ellas hasta que empezaron a leer, estudiar y comentar el libro sagrado.
El resultado de esta transgresión fue La Biblia de las mujeres, una obra formada por los comentarios de
decenas de expertas que buscaron a las mujeres en los textos cristianos y cuestionaron las interpretaciones
masculinas que se habían hecho hasta entonces. Según Silvia Martínez, presidenta de la Asociación de
Teólogas Españolas, cuando comenzaron su estudio se dieron cuenta de que ‘‘la Biblia no es lo que les
estaba contando el cura’’. Entonces, se plantearon: ¿si aquí dice que todos somos hijos de Dios, por qué se
margina a las mujeres?
Durante siglos, la religión se ha utilizado para sostener el patriarcado; sin embargo, cada vez son más
quienes luchan para demostrar que la discriminación no es ‘‘palabra de Dios’’. Entre ellas, la teóloga
Silvia Martínez, quien afirma que el cristianismo es subversivo pues apuesta por una comunidad de
iguales pero ‘‘la religión es machista porque está dominada por hombres’’ como el resto de instituciones.
Esto provoca que no sigamos el mensaje de Jesús, añade, sino el de aquellos que lo interpretan desde sus
criterios patriarcales. Para comprender qué significan los textos sagrados en su contexto y reivindicar el
mensaje igualitario de las escrituras nació el cristianismo feminista, un movimiento entre fronteras que
aún es observado con recelo por los dos grandes grupos que lo conforman.
A él llegó Margarita Pintos teóloga, cristiana y feminista a través de un Congreso de la Teología de la
Liberación celebrado en Ginebra. Por las noches, las mujeres que quedaban excluidas de la agenda oficial
se reunían en un sótano para hacer teología siguiendo los paradigmas del feminismo y, por lo tanto,
denunciando ‘‘la situación de sometimiento y exclusión de las mujeres en las tradiciones religiosas’’.
Su objetivo era deconstruir los discursos machistas que inundan las iglesias, una tarea pendiente para una
religión sostenida por mujeres cuya voz aún no se escucha. Mientras los obispos sugieren ‘‘abordar el
papel de las mujeres’en el próximo sínodo y el Papa Francisco lamenta que aún no exista una profunda
teología de la mujer, Silvia Martínez denuncia la invisibilización que sufren y le reprocha: ‘‘Chico, lleva
haciéndose 50 años, si no te has enterado…’
Las ‘‘líneas moradas’’ de la Biblia
Como teóloga feminista, Margarita Pintos trabaja para encontrar ‘‘la línea morada de las escrituras’’, es
decir, esos textos de emancipación para las mujeres que el patriarcado ha ocultado. Más allá de ese eje
existen otros pasajes misóginos que no pueden negarse, admite, pero que tampoco deben acatarse.
Recuerda a San Pablo afirmando: ‘‘ella se salvará por su maternidad’’ y explica: ‘‘Eso ha marcado la
historia de las mujeres. Tenemos que conocerlo para saber de dónde venimos’’.
Su teología comienza por el principio: sexto día de la creación del mundo, primer capítulo del génesis,
Dios crea al hombre y la mujer como iguales a su imagen y semejanza. La famosa historia de la costilla
es un fragmento posterior y el hecho de que predomine en el imaginario colectivo es, para Margarita
Pintos, la prueba de que se ha ignorado la visión igualitaria.
Entre las mujeres destaca a María, madre de Jesús, una figura ‘muy potente’’ que elige libremente tener
al hijo de Dios. Siguiendo la tradición de las diosas mediterráneas, explica, es nombrada theotokos, título
donde lo importante es la capacidad de la mujer para concebir lo divino o, en palabras de la filósofa Edith
Stein, ‘‘una mujer era el ser humano que podía ayudar a fundar el nuevo reino de Dios’’.
Silvia Martínez, por su parte, presenta la anunciación como el relato de una vocación similar a la de
Moisés: ‘‘María está envuelta en un proyecto de liberación, es una mujer proactiva y empoderada que no
piensa en el varón ni en las consecuencias sociales’’. Aunque matiza que el término empoderamiento es
anacrónico, ayuda a sacarla de ese rol maternal y virginal en el que está envuelta.
El movimiento de Jesús de Nazaret, continua Pintos, es igualitario. Durante su vida, encontramos
numerosas mujeres acompañándolo y ‘‘no hay una palabra de reproche para ellas, más bien para los
hombres que las critican’’. Eran, además, mujeres económicamente independientes capaces de ‘‘servir
con sus bienes’’, dice el evangelio– y que no necesitaban a un hombre para sostenerlas. Ellas formaron
parte de la primera comunidad cristiana, permanecieron junto a la cruz cuando todos salvo uno de los
doce huyeron y son las primeras a quienes Jesús resucitado se aparece.
Pintos afirma que cuando el evangelio dice ‘‘Jesús se apareció a’’, está diciendo ‘‘Jesús le dio poder a’’ y,
en ese sentido, nadie fue tan reconocida como María Magdalena nombrada ‘‘apóstol de apóstoles’’, la
primera persona en presenciar y transmitir la noticia de la resurrección. Ella es la gran figura del
cristianismo para Margarita Pintos. También, ha sido una de las más insultadas por la Iglesia. Asociada
erróneamente a la prostitución desde el siglo VI, la Magdalena es la prueba de que se puede transformar
‘‘una tradición de liderazgo en una de pecado’’ para volver a colocar a las mujeres en el lugar de
sometimiento, explica Silvia Martínez.
Junto a María Magdalena y su misión evangelizadora en Oriente desapareció el legado de otras mujeres
pioneras. ‘‘Entre el libro de los Hechos y las Cartas de San Pablo hay veintitantas mujeres con nombre
que lideran comunidades: Febe, Junia, el matrimonio de Prisca y Aquila…”, todas ellas, afirma Silvia, nos
muestran un modelo cristiano alternativo al dominado por el varón célibe.
Es a finales del siglo II, añade, cuando comienza a desaparecer la idea de una comunidad de iguales. La
propia mentalidad de la época y la necesidad de adaptarse a las estructuras de una sociedad patriarcal
provocan que, cuando las comunidades salen del ámbito doméstico, ‘‘aparezca la jerarquización y mas-
culinización de la Iglesia’’, concluye Pintos.
Hacia una Iglesia feminista
Si la Iglesia católica hubiese respetado la tradición de las mujeres, ‘‘habría ayudado a acabar con el
patriarcado’’, sostiene Margarita Pintos. Y sin duda, tendría posturas muy diferentes sobre anti-
concepción, aborto, relaciones sexuales y cuidados, temas en los que su experiencia es fundamental, pero
en los que no está siendo escuchada, añade Silvia Martínez.
El aborto es, sin duda, una de las mayores confrontaciones entre la Iglesia y el movimiento feminista. Para
estas teólogas, se trata ante todo de una decisión personal de las mujeres que no debe juzgarse. Es
necesario que exista un marco legal que lo regule para que no arriesguen su vida en clínicas clandestinas,
explica Martínez, aunque puntualiza: ‘‘Otra cosa es que tú, moralmente, estés de acuerdo con abortar o
no hacerlo’’. Margarita Pintos, por su parte, va más allá y crítica que la condena al aborto no tiene
fundamento en las palabras de Jesús: ‘‘Es una tradición eclesiástica y ni siquiera es antigua, aparece en el
siglo XIX’’. Afirma que está relacionada con las guerras y con la necesidad de mantener a la población
imponiendo a las mujeres que tengan hijos y advierte: ‘‘Dentro de poco va a pasar aquí’’. Actualmente, el
aborto está penado con la excomunión inmediata, la pena más grave que contempla el derecho canónico y
que sin embargo no afecta a otros delitos como el de abusos sexuales. ‘‘Si a un pederasta no se le
exco
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ulga y a una
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ujer que aborta sí, el derecho canónigo pierde todo su valor para
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í’’, afir
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a Pintos.
A pesar de esto, las feministas cristianas siguen considerándose Iglesia y eligen quedarse para cambiar las
cosas. ‘‘Queremos que se nos escuche. ¿Acaso la reflexión sobre Dios solo está en manos de los
hombres?’’, cuestiona Martínez. Mientras sea así, añade, las mujeres estarán sometidas, excluidas del
ámbito sagrado y relegadas a un espacio marginal.
La teología no es, sin embargo, su único campo de batalla. Más de medio millón de monjas unidas en la
Unión Internacional de Superioras Generales han denunciado los abusos sexuales y laborales que sufren
en la Iglesia. La iniciativa Voices of Faith, por su parte, está luchando para consolidar un 30% de puestos
de poder para las mujeres de la Iglesia católica en 2030. Y ya existen más de 100 mujeres sacerdotes y
hasta 10 mujeres obispo en todo el mundo. Forman parte de la Asociación de Mujeres Sacerdotes Católico
Romanas que, a pesar de haber sido excomulgadas, defienden la validez de su ministerio: las primeras
fueron ordenadas por un obispo respetando la sucesión apostólica en el río Danubio, territorio que no
pertenece a ninguna diócesis.
Nadie quiere tomar postura en el tema de las mujeres, sostiene Silvia Martínez, porque ‘‘afecta a toda la
estructura eclesial’’. En el momento en que cuestionas la lógica patriarcal de la institución, concuerda
Margarita, todo se viene abajo: la lectura de los textos, el oficio de la eucaristía, la moral cristiana e
incluso la misma idea de un Dios masculino. A partir de ahí, el trabajo de la teología feminista es construir
un nuevo modelo de Iglesia sin jerarquías que debe ser el de ‘‘la comunidad que se preocupa por los
demás’’.
El cristianismo feminista crece en la frontera, como una minoría que aún busca su propio espacio. Frente
a quienes afirman que la religión es incompatible con la igualdad y quienes rechazan cualquier cambio
que derribe sus privilegios, ellas se defienden: ‘‘Existen muchos puntos en común entre el cristianismo y el
feminismo’’. Entre otros, el lenguaje, las reivindicaciones y las formas de protesta. Margarita Pinto
propone una huelga para concienciar a las mujeres de que su lugar en la Iglesia católica está siendo
ocupado y deben luchar por él. La igualdad llegacuando las cristianas sean feministas, afirma, porque
si la base cambia, no importa la jerarquía. Mientras tanto, a ellos les pide que las reconozcan como sujetos
teológicos, morales y religiosos capaces de tomar sus propias decisiones, aunque no parece albergar
muchas esperanzas. Hace tiempo que perdió su fe: ‘‘Lo tengo clarísimo: ni un minuto para ‘convertir’ a
un obispo’’. NEREA BALINOT