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Nuestra Comunidad de Cristiano de Base viene estudiando y comentando, desde el curso pasado,
el libro de José Mª Castillo: «El Evangelio marginado». En esta obra el teólogo granadino muestra
que, en demasiadas ocasiones, la Iglesia ha apartado o marginado el Evangelio de Jesús, el mo-
delo de vida que significa su seguimiento, lo que significa, de hecho, la renuncia al proyecto del
Reino de Dios que Jesús llama a construir. En realidad, aunque en las iglesias se habla del Evan-
gelio, y se predica y respeta, la Iglesia no está organizada ni gestionada de acuerdo con el Evan-
gelio. Tampoco la gran mayoría de los cristianos vivimos de acuerdo a él. Más aún, en muchas
cuestiones vivimos contra él. Lo que más cuida la Iglesia no es la fidelidad al Evangelio, sino la
observancia de la Religión y así, hemos convertido el Evangelio en un acto más de la Religión.
El capítulo del libro, que se propuso para la reunión del 7 de junio, profundiza en la con-
tradicción que se da entre la estructura eclesial, la religión en general, y el mensaje del Evangelio.
En el ámbito de todo modelo religioso predomina una serie de conceptos: creencias, ritos, jerar-
quías, a los que se atribuyen un carácter y un origen sobrenatural que exigen obediencia y sumi-
sión hasta obligar y someter a los humanos en lo más íntimo de sus conciencias.
Toda religión es un sistema de jerarquías o rangos que implica dependencia, sumisión y subordi-
nación a superiores invisibles. Así la religión, de hecho, resulta un protector eficaz que colabora a
la seguridad y estabilidad del sistema, fortalece la consistencia del sistema establecido, porque
mantiene a la gente sumisa a los gobernantes. En compensación la religion recibe la recompensa
de beneficios y privilegios. O sea que la religión cumple un papel exactamente inverso al que
desempeñó Jesus de Nazaret en su tiempo. La alianza con el poder es una constante de toda
religión organizada. Encuadrarse en este esquema de la relación entre la religión y el poder, llevó
a la Iglesia a la exaltación y a la fidelidad a la riqueza, al dinero, el principal enemigo de Dios,
según el Evangelio. La Iglesia montó ese imponente
sistema religioso, que en realidad la separa de lo esen-
cial del del mensaje de Jesús.
Lo que conlleva la religion: templos, monasterios, li-
turgia, personal eclesiástico con sus jerarquías y digni-
dades… necesita y mueve dinero. Y además todo el
montaje y gestión de una religion exige, de los pode-
res públicos determinados privilegios. La Iglesia, a
partir del siglo III, se organizó y fue gestionada por el
clero como grupo de hombres consagrados y privile-
giados. Los ricos comenzaron a entrar en la Iglesia en
cantidades siempre crecientes a partir del siglo IV, a
menudo para cumplir con funciones de liderazgo en
calidad de obispos y de escritores cristianos. Tal era la
Iglesia que sobrevivió al imperio romano y que tuvo la
posibilidad de construir en Europa una sociedad com-
pletamente cristiana. Desde entonces, Europa fue el
continente cristiano, la sede de la Iglesia, pero también
el continente donde la religión cristiana marginó el
Evangelio de Jesús. Europa fue muy religiosa, pero a
Boletín núm. 7 - 10 de junio de 2021
base de aliarse con los ricos y los poderosos y, por tanto con los intereses de estos grupos pri-
vilegiados. En esa Europa cristiana, surgieron el capitalismo y la burguesía.
En el centro del cristianismo generado en Europa estuvo la religión, marginando por eso mismo
inevitablemente el Evangelio. No era posible que el Evangelio estuviera completamente presente
en una sociedad en la que los ricos y poderosos se hicieron los dueños y señores de la Iglesia. Se
fue produciendo un alejamiento entre el pueblo y el clero, sobre todo en las celebraciones litúrgi-
cas. Los fieles ya no entendían el latín de la misa, lo que implicaba que tampoco se enteraban del
Evangelio. El pueblo no podía entender lo que solamente entendía el clero. Por otra parte, el
aumento de clérigos afectó incluso a la palabra ecclesia. Se fue identificando a la Iglesia con el
clero, un clero saturado de honores y dignidades que lo diferenciaban y separaban del pueblo. En
tales circunstancias, no era posible transmitir lo que vivió Jesús y cómo vivió Jesús. No podía
transmitirse el Evangelio en una sociedad que vivía, en su gran mayoría y en su tejido social, en
tantos aspectos y en dimensiones fundamentales de la vida, de espaldas al Evangelio.
Sin embargo en Europa, nacieron dos movimientos, la Ilustración y a los Derechos Humanos, dos
conceptos íntimamente relacionados entre sí y fruto del espíritu del Evangelio. Pero como muestra
de la hondura de la contradicción cristiana en que vive Europa, en esta misma sociedad surgieron
también el capitalismo y la burguesía, dos realidades que están en las antípodas del Evangelio, dos
grandes fenómenos culturales, sociales y políticos que el mundo en que vivimos está soportando a
costa de enormes sufrimientos, desigualdades y humillaciones.
En efecto, el capitalismo nació en Europa. Las teorías de los escolásticos en la Baja Edad Media
contribuyeron a exaltar el concepto del capital productivo. Pero, productivo ¿para quién? Lógica-
mente, para quien lo posee. Como Marx y Engels señalaron, la sociedad ha venido desarrollán-
dose siempre dentro de un antagonismo, que entre los antiguos era el antagonismo de libres y
esclavos, en la Edad Media el de la nobleza y los siervos y en los tiempos modernos es el que
existe entre la burguesía y el proletariado. Este antagonismo generó las guerras que asolaron
Europa una y otra vez. El orgullo de los capitalistas y la desesperación de los desposeídos fueron
la causa de conflictos tan aterradores como las dos guerras mundiales que la "Europa cristiana" ha
causado y soportado en el siglo XX y anuncian la posible cercanía de la tercera. En todo caso, las
crisis económicas que de tiempo en tiempo nos agobian, están condicionadas y determinadas por
los oscuros intereses del sistema económico capitalista que se nos ha impuesto. El que un con-
tinente cristiano haya desencadenado tanta violencia y tanta barbarie sólo es explicable por el he-
cho de que en Europa se ha inventado un cristianismo despojado de Evangelio.
El agente generador de ese sistema capitalista fue una clase social concreta, la burguesía, en cuya
formación nos encontramos de nuevo con la Iglesia. Esto aconteció principalmente en Francia en
el siglo XVIII. Y fueron los teólogos los principales educadores de la burguesía. El espíritu de la
mentalidad burguesa justifica como algo querido por Dios la diferencia entre ricos y pobres, entre
poderosos y débiles. Este ideario estaba presente en los sermones de los grandes predicadores de
la época, que insistían en la necesidad de someterse a la autoridad de los que mandan, que son
obviamente los que tienen en sus manos el poder y la riqueza: Según esa teoría, hay que someterse
a la autoridad, aún cuando en su ejercicio abusen los dominadores de su poder. Pues, siempre
según ese pensamiento, es el Espíritu divino quien instituye y sostiene la autoridad legítima, pero
el abuso que puedan hacer de ella aquellos a quienes se ha prestado este poder, no da razón alguna
para sublevarse contra ella, y el hombre que así se somete a la autoridad y se somete a las leyes,
sabe también que en realidad obedece a Dios.
Esta es la mentalidad de la burguesía que el cristianismo difundió desde la Alta Edad Media. El
mejor servicio que la religión le presto a la política de uso y abuso del pueblo sencillo y
trabajador, que soportaba el peso de la vanidad, el orgullo y los privilegios de los potentados y de
la Iglesia. Aquello era -y sigue siendo- "el Evangelio marginado”.
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La reunión tuvo lugar, como viene siendo costumbre últimamente, de forma telemática
mientras no se resuelva totalmente el problema de la pandemia. En la presentación que
sobre el tema hizo uno de los participantes, expresó la opinión de que el tema parecía poco
desarrollado en este capítulo en el sentido de que no mostraba la nefasta historia de la
Iglesia, es decir, el proceso de degradación que la institución experimentó a partir del siglo
IV. En esa intervención se hizo un resumen de ese proceso que llevó a traicionar el espíritu
del Evangelio, que denosta la riqueza y el afán de poseerla, hasta el desarrollo de una
sociedad con un sistema económico basado precisamente en ese afán de riqueza y el
dominio de quienes la tienen sobre quienes carecen de ella.
Varias otras intervenciones concretaron que en el proceso de generación de los sistemas
económicos injustos (feudalismo y capitalismo) tuvo participación activa la jerarquía ecle-
sial, que además se benefició de la situación. Se expusieron ejemplos sobre la influencia
que el clero tuvo en otras épocas en Europa, principalmente en la Edad Media, y en España
siempre. A este respecto, alguna intervención se hizo eco de lo que el libro de J. Mª. Casti
-
llo, en el capítulo que comentamos, señala que lo que la Iglesia no cumplió, la defensa y
propagación de los valores del Evangelio, vino por otro camino, a través de la sociedad
civil, el laicismo… Por ejemplo, la formulación de los Derechos Humanos, que están plena
-
mente en la línea del espíritu del Evangelio, son un fruto de la sociedad laica y sus institu
-
ciones, mientras la Iglesia no respeta algunos de esos derechos en su funcionamiento interno.
El más notorio de los ficits eclesiales en el terreno de los Derechos Humanos es el de la
situación de la mujer en la Iglesia, marginada, excluida del sacerdocio y de la estructura
jerárquica en su totalidad. Aparte de que la propia existencia de esa jerarquía y su manera
de funcionar contradicen bastante lo que Jesús decía sobre la manera cómo se debe ejercer
la autoridad. La cuestión que esa realidad nos plantea es: ¿cómo defender los valores del
Evangelio desde una perspectiva laicista?
Hubo otras intervenciones referidas a tal o cual punto del contenido del capítulo que
comentamos. En general se manifestaba y percibía sintonía con la enseñanza que el texto
aporta. Pero en una de las intervenciones se cuestionó la relevancia de este tipo de debates,
que con independencia de nuestro acuerdo o desacuerdo no tienen ninguna transcendencia
fuera del propio ámbito de nuestro colectivo. En realidad, podemos estar muy en
desacuerdo con la manera de funcionar de nuestra Iglesia, pero si la reforma de ésta ha de
depender de un grupo tan insignificante como el nuestro, la cosa puede ir para muy largo o
no culminar nunca.
Por las intervenciones que esta cuestión generó, se puso de manifiesto que el tema de
relevancia y transcendencia de nuestros debates se debe mirar en dos vertientes: interna y
externa. Desde el punto de vista de la utilidad interna, varios/as intervinientes insistieron en
el hecho de que para ellos/as la participación en nuestro grupo supuso un paso importante
en su formación y conocimiento sobre asuntos que de otra manera no hubiesen llegado a
alcanzar nunca por sus propios medios y por la enseñanza de la Iglesia oficial. La
enseñanza que imparte el autodenominado «Magisterio de la Iglesia» parece especialmente
diseñada para mantener al “rebaño” en un estado de eterna inmadurez. Quienes se
desilusionan de una enseñanza que no conecta con la problemática real de las personas,
abandonan la Iglesia sin haber llegado a conocer realmente la fascinante figura de Jesús de
Nazaret. En realidad, la Iglesia lo tiene secuestrado desde hace muchos siglos, y lo nos
ofrece una religiosidad centrada en el culto. Nuestro grupo de Cristianos de Base, inspirado
en la Teología de la Liberación, nos presenta otro modelo de seguimiento de Jesús. Todos
los que participamos en él nos beneficiamos enormemente de este tipo de comunidad. Dios
puede hacer cosas grandes con instrumentos insignificantes como nuestro colectivo.
Más problemática es la transcendencia de nuestra actividad formativa fuera del ámbito de
nuestra Comunidad de Cristianos de Base. En las reuniones y debates de nuestro grupo nos
planteamos cuestiones que no se pueden presentar en la Iglesia. Sencillamente, la Iglesia no
tiene un marco en el que los laicos podamos presentar y debatir asuntos como los que trata,
por ejemplo, el libro «El Evangelio marginado» y otros asuntos de la problemática social y
eclesial. Somos nostros quienes tenemos que llavarlos al exterior, a la Iglesia y a la
sociedad. No era otra la función que tenían los Encuentros de las Comunidades de
Cristian@s de Base de Asturias que veníamos realizando anualmente. Otra manera de
llegar al público fuera de nuestro grupo es difundir nuestros materiales, este boletín por
ejemplo; algunos miembros de nuestro grupo ya lo están haciendo.
En nuestra reunión no podíamos dejar de referirnos al fallecimiento de Elvira Fueyo que
fue miembro de esta comunidad durante muchos años, en realidad desde su creación. Se
acordó hacer, en recuerdo suyo, una Celebración Eucarística a la mayor brevedad. La
prensa asturiana del mismo día de nuestra reunión publicó dos artículos en los que se
destacaba la actividad de Elvira en las luchas ciudadanas en nuestra ciudad, especialmente
en el ámbito de la sanidad y su problemática. También Beatriz, de nuestro grupo, escribió
un texto que nos hizo llegar, por el que muestra la admiración y respeto que Elvira le
inspiraba por su lucha en el Hospital de Cabueñes por los derechos de los trabajadores y
por el Centro de salud de Zarracina, así como por su actividad en nuestra Comunidad de
CC de Base y la preparación de las eucaristías que aquí celebrábamos.
Se informó también sobre el estado de salud de Placidia, de nuestro grupo, que está hos-
pitalizada y será operada en breve. Después supimos que la operación se realizó con éxito.
Esta reunión de junio es la última del curso 2020-2021. Esperemos que para el próximo
curso, a partir de octubre, ya esté superado el problema de la pandemia del COVID lo
suficiente para poder realizar reuniones presenciales. Pero tendremos entonces otro
problema. Nos informan que desde ahora no se podrán realizar nuestras reuniones en los
locales de la Casa de la Iglesia, de Gijón, dónde las veníamos haciendo. Lo mismo les
ocurre a otros grupos que se venían reuniendo allí. Así es nuestra Iglesia; unos la
abandonan porque la encuentran ajena a sus aspiraciones y preocupaciones, y a otros nos
expulsan de ella. Nos sentíamos en nuestra casa porque es la Casa de la Iglesia, y nos
consideramos Iglesia, pero dicen que la cierran para el tipo de actos que realizábamos. Por
supuesto, el templo seguirá abierto; alli sólo se va a rezar. Jesús decía: No todo el que me
dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: sino el que hiciere la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Decir «Señor, Señor» es precisamente el culto que se hace en
los templos, un culto descomprometido, que nada se preocupa de la problemática del
mundo. Trabajar por el Reino de Dios y su justicia es precisamente el tipo de actividades
que se realizaban en los locales que la Iglesia quiere cerrar. Tendremos, pues, que proceder
según lo que Evangelio aconseja para estos casos: sacudir nuestras sandalias y buscar otro
sitio. Que el Espíritu Divino inspire a nuestra Iglesia otro tipo de actitudes más en
consonancia con el mensaje de Jesús de Nazaret.
Con años de retraso, el 16 de este mes de febrero de 2021, la vicepresidenta primera del
Gobierno, Carmen Calvo, presentó en el Consejo de Ministros con remisión al Congreso
de Diputados un listado de los bienes inmatriculados por la Iglesia Católica entre los años
1998 y 2015. El listado ha venido siendo insistentemente reclamado durante los últimos 15
años por diferentes asociaciones patrimonialistas civiles y cristianos de base.
Es importante señalar que, aunque el inventario representa solo una pequeña parte (un
tercio) de los 100.000 bienes que se estima que han sido inmatriculados, la publica-ción
de este catálogo supone un gesto importante. En primer lugar, porque por primera vez y de
forma oficial, se reconoce la presunta inconstitucionalidad de unos actos directamente
realizados contra el patrimonio público por la jerarquía de la Iglesia Católica española y
que afectan, además, a la justicia democrática del Estado español.
En segundo lugar, porque abre la puerta a posibles reivindicaciones de la propiedad de unos
bienes, registrados en secreto y de forma opaca por la jerarquía católica, al amparo de unas
leyes promulgadas durante la dictadura franquista o ya en la demo-cracia con el gobierno
de Aznar, pero de muy dudosa o abierta inconstitucionalidad.
A partir de ahora, la reivindicación pública de estos bienes representa un gesto noblemente
ciudadano que nada tiene que ver con la confesionalidad de las personas, sino, más bien,
con la defensa del patrimonio histórico y cultural público que sabe distinguir perfectamente
entre la propiedad y el uso que se haga del mismo.
Pero, dicho lo anterior, y en sintonía con la Asociación Recuperando, cuya identidad y
análisis comparto, tenemos que hacer una fuerte crítica tanto al inventario que se ha hecho
público como a la gestión realizada por el Ejecutivo. Ninguno de los dos merece nuestro
aplauso: ni el listado, por deficiente e incompleto; ni la desidia del Gobierno dejando en
manos de los particulares y de las administraciones locales y autonómicas el rescate de los
bienes en cuestión. El volumen de los bienes inmatriculados, el fraudulento modo de
apropiación, así como su extensión en el tiempo exigen que el fenómeno sea tratado
conjuntamente como cuestión de Estado, que exige una solución global.
No podemos ignorar la tremenda torpeza y falta de visión
no exenta de desprecio a la
ciudadanía
de las personas que han llevado a cabo este despojo. Sus actos,
en
complicidad con unos registradores públicos de la propiedad, cuyos actos exigen ser
sancionados jurídica y políticamente
han ido en contra de la misma institución que han
pretendido favorecer. Ya el Vaticano II alertó en la Constitución Gaudium et Spes
números 19-20 contra estas malas prácticas de unos pseudoseguidores de Jesús de
Nazaret pero que nada tienen que ver con su mensaje.
La pretensión de apoyar este monumental, tanto por la Jerarquía como pode sectores de la
ultraderecha y derecha política, despojo en la “legalidad” de un privilegio registral,
conseguido al amparo de leyes franquistas o abiertamente inconstitucionales
contra los
artículos 14 y 16 de la Constitución de 1978 sobre la Igualdad de todos ante la ley y la
aconfesionalidad del Estado respectivamente
resulta escandalosa y deslegitima todo
derecho registral.
Pero esa cleptomanía o apropiación de lo público parece aún más grave por cuanto va en
dirección contraria al Evangelio de Jesús a quienes la Jerarquía dice representar. A este
propósito, es paradigmática la escena del Joven rico que relata el Evangelio de Marcos en
el capítulo 10. Arrastrado por el entusiasmo juvenil y queriendo asegurarse desde ya la
vida eterna, el joven se acerca a Jesús para preguntarle “qué tenía que hacer” para alcanzar
tan deseado fin. “Guarda los mandamientos”, le dice Jesús. Esta respuesta le enciende los
ojos de alegría porque eso ya lo venía haciendo él desde siempre. Entonces…
la propuesta
de Jesús lo llena de perplejidad
“vende todo lo que tienes, selo a los pobres… y ven y
sígueme”. Y dice el texto que, ante esta propuesta, el joven frunció el ceño y se volvió
sobre sus pasos “porque tenía muchas posesiones”.
A nuestro juicio, las inmatriculaciones suponen grandes cadenas que impiden a la Iglesia
Oficial, no solo seguir los pasos de Jesús apostando por una presencia “evangélica” en la
sociedad y en el mundo, sino que también le hacen más difícil “entrar en el reino de Dios
que a un camello pasar por el ojo de una aguja”.
Desde distintos Colectivos de Cristianos de Base se hizo un llamamiento a todos los
cristianos y cristianas, así como a la sociedad civil (asociaciones laicas, sectores
académicos, culturales, políticos, registradores de propiedad, a los partidos políticos que
apoyaron la investidura de Pedro Sánchez en la que se comprometió a efectuar las
“modificaciones legislativas” necesarias para “revertir las inmatriculaciones”…) al rechazo
de este inventario hecho recientemente público por el Ejecutivo. No se puede recibir como
bueno lo que supone una amnistía o justificación indirecta de la apropiación
inconstitucional de bienes públicos. Se necesita subsanar el listado hecho público y
rescatar, además, las otras dos partes de bienes inmatriculados
(1)
que se han dejado fuera del
inventario. Y, a su vez, es preciso que el Gobierno del Estado recupere el protagonismo en
el rescate de estos bienes públicos, vergonzosamente apropiados por privilegios nada
edificantes, la desidia de las Instituciones oficiales y la complicidad de unos funcionarios
que han traicionado su verdadera función.
(1)
El listado que ha hecho público el Ejecutivo ignora olímpicamente dos de los tres
períodos en que pueden organizarse los casi 70 años de inmatriculaciones. El catálogo se
centra exclusivamente en el tercero y último tramo que transcurre entre el año 1998 en el
que el Gobierno de Aznar amplia la ley Hipotecaria franquista permitiendo registrar
también los centros dedicados al culto, lo que no se atrevió el mismo Franco debido a la
presencia general del pensamiento de los ilustrados del siglo XVIII que consideraba los
centros de culto entre los “bienes demaniales”, es decir, intransferibles e inembargables por
ser de titularidad pública y el 2015 en el que, debido a la presión social y política, el
Gobierno de Rajoy se vio obligado a suspender definitivamente el privilegio registral de los
obispos. Yendo hacia atrás, el segundo período corresponde al tiempo que transcurre entre
la proclamación de la Constitución de 1978 y la reforma hipotecaria de Aznar, antes
señalada. Finalmente, el primer período lo constituyen esos más de 30 años que median
entre la Ley Hipotecaria de Franco de 1946 (en la que se concede el privilegio registral a
los obispos) y la proclamación de la Constitución de 1978.
Con referencia a la validez jurídica de actos inmatriculadores, diferentes especialistas
piensan que los realizados en el primer período (1946-1978) son “nulos de pleno derecho”
por “inconstitucionalidad sobrevenida”; y los restantes, a partir de la proclamación
Constitución de 1978, son también nulos por quedar fuera del amparo constitucional,
principalmente de los art. 14 (todos iguales ante la Ley) y 16 (aconfesionalidad del estado).
Las imágenes tuvieron una amplia difusión a nivel mundial. Durante esos día de mayo
España fue noticia por ellas. Sirvieron para ilustrar lo que estaba ocurriendo en Ceuta.
Dieron una imagen de acogida de los inmigrantes por parte de nuestro país, pero
¿reflejan la realidad de nuestra actitud ante la inmigración? Los sanitarios y personal de
salvamento que muestran esas imágenes merecen toda nuestra admiración y qui-
siéramos poder decir que nos representan, que representan a nuestro país… pero, ¿es
esa la realidad?
El conflicto, el problema, tuvo, sigue teniendo, varias facetas, varios enfoques: con-
flicto internacional, cuestiones políticasGran parte de los llegados a Ceuta en aque-
llas excepcionales circunstancias siguen sin hallar acomodo y sin vislumbrar una
solución a su situación. Es verdad, Ceuta no puede asumir una inmigración tan masiva,
y nuestro país no puede acoger a tanta gente como quisiera venir y pueda llegar aquí de
una u otra manera.
Pero enfocar la cuestión desde ese punto de vista significa dejar de lado la verdadera
naturaleza del problema. La primera consideración con la que se debería abordar el
tema de la inmigración es que cada caso personal de los que llegan buscando amparo es
una historia de abandono total, de situación desesperada, de una vida sin perspectiva…
algunos la pierden en el intento de mejorarla. En el Estrecho se perdieron más de 7.000
vidas en las últimas décadas: gente joven, adulta, bebés, adolescentes, hombres y
mujeres forman parte de un cementerio marino que se extiende por todo el Mediterrá-
neo porque Europa y el sistema capitalista que gobierna el mundo no da alternativas de
vida a esta masa humana desheredada. Los países europeos, entre ellos el nuestro,
aducen falta de recursos de acogida, pero se paga a Marruecos y otros países norte-
africanos para que bloqueen el flujo de migración.
Pero lo s deplorable de todo este asunto es que le emigración en no es el verda-
dero problema sino un síntoma, una consecuencia de la naturaleza del sistema do-
minante tal como es en realidad. La causa que genera el flujo de humanos desesperados
es el expolio de África y America Latina por parte de las potencias imperialistas, los
países ricos del mundo desarrollado, que saquean los recursos de esas zonas, sin
beneficio para sus habitantes, a muchos de los cuales no les queda otra salida que
escapar a donde sea y como sea; no es extraño que esas masas humanas busquen en
otras zonas s privilegiadas una solucn que tampoco encuentran. Nuestro mundo
civilizado y superdesarrollado crea problemas que luego es incapaz de resolver. Las
fotos de la crisis de Ceuta nos interpelan a este respecto.
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Elvira Fueyo Gonlez
Las Comunidades de CRISTIANOS DE BASE DE GIJÓN
la recuerdan con una CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA,
el jueves día 17 de junio - 2021, a las 18:00 h.
en el templo de San Antonio de Padua (Capuchinos) Gijón.