Ambas preocupaciones, la de la problemática social y la eclesial, son la razón de ser
de las comunidades de Cristianos de Base como la nuestra. Y ocurre que en ambos
ámbitos, la sociedad y la Iglesia, se echa en falta una manera de actuar que se base en
los valores del
E
vangelio, la enseñanza de Jesús de
N
azaret. Se expusieron abundantes
ejemplos de la incongruencia de una sociedad y una Iglesia que dicen cristianas y la
práctica tan alejada del espíritu evangélico que se da ellas.
Esto nos llevó a recordar, una vez más, que la práctica religiosa cultual con frecuencia
no se corresponde con actitudes de servicio al prójimo. El seguimiento a Jesús de
Nazaret se mide por la manera cómo se actúa en relación a los hermanos, a las demás
personas, sus problemas y necesidades. Interpelados por esa enseñanza del
M
aestro Jesús
algunas personas, entre ellas miembros de nuestro grupo, participan en actividades de
tipo asistencialista, caritativo… de ayuda a la población reclusa, Cáritas, proyectos de
cooperación como la Asociación Asturiana Gaspar García Laviana y los que gestiona
un miembro de nuestra comunidad de
Cristianos de Base
. Iniciativas personales de ese
tipo son
m
uy
m
eritorias y prueban que se co
m
prendió la esencia del
E
vangelio.
P
ero se
trata de actividades e i
m
plicaciones personales, individuales
… L
o que se echa en falta en
nuestra sociedad y en el mundo es una implicación social, colectiva, institucional, y en
ese terreno sigue pri
m
ando el egois
m
o y el siste
m
a econó
m
ico que genera la enor
m
e
desigualdad existente entre las personas, las clases sociales, los países…
Hubo oportunidad de seguir profundizando sobre estas cuestiones en la celebración
eucarística que tuvimos al final de la reunión. Era la primera que teníamos después de
más de año y medio sin poder reunirnos. Las lecturas, cantos y reflexiones de la
celebración giraron en torno a la idea del texto del evangelio del próximo domingo: el
joven rico que no fue capaz de seguir a Jesús porque su apego a las riquezas no le
predisponía a trabajar por el reino de Dios, por un mundo más justo y más humano.
De alguna manera, ese es también el drama de nuestra sociedad y nuestra civilización
que se dice cristiana.
Le damos mucha importancia a la forma en la que se hacen estas celebraciones en las
comunidades de Cristianos de Base; son total
m
ente participativas; todos consagra
m
os,
todos habla
m
os en la ho
m
ilía.
Y desaparece tanta gestualización inútil de levantarse y
volverse a sentar, y tanto rezo ritual y repetitivo: Credo, Plegaria Eucarística de
formato fijo… En nuestras celebraciones eucarísticas desaparece la separación
existente en las misas parroquiales entre el celebrante y el resto de los asistentes.
Entendemos que esa separación es artificial, generada a lo largo de siglos de
ignorancia, y pensamos que nuestro método se parece más a lo que se hacía en las
primeras comunidades cristianas y al tipo de relación que había entre Jesús y sus
discípulos. Y, sobre todo, la interacción, intercomunicación, entre todos los asistentes
despierta interés por los temas que se traten y fomenta la comprensión de los mismos.
Quizá si este método fuese más conocido del publico que asiste a las misas, se
difundiría y se haría más general en el conjunto de la Iglesia. ¿A alguien se le ocurrirá
plantearlo en el sínodo que se está organizando? Nuestros grupos son bastante
precarios en lo que se refiere a la cantidad de gente que participa en ellos y a la edad
avanzada de bastantes de sus miembros. Un colectivo que no tiene renovación
generacional está condenado a su pronta desaparición.