V
V
e
e
r
r
,
,
j
j
u
u
z
z
g
g
a
a
r
r
y
y
a
a
c
c
t
t
u
u
a
a
r
r
Según lo previsto, la reunión de septiembre de nuestra Comunidad de Cristianos de Base
tuvo lugar el jueves día 15. Traíamos como tema de estudio el último capítulo del libro de
José María Castillo: «El Evangelio marginado», titulado: «La Iglesia y el poder», y la
Conclusión final de la obra. Después de alguna información que había que dar al comienzo
de la reunión, se pasó a debatir esa temática. En varias de la intervenciones de nuestro
debate se enfatizó sobre lo instructiva que fue para nosotros esta obra. Venía a romper
algunos esquemas mentales que teníamos muy arraigados. Ocurre que la formación que se
recibe en la etapa joven de la vida condiciona mucho la manera de pensar. De hecho, no es
otra la finalidad que se persigue con todos los planes de formación. En el caso de la
formación religiosa hay que tener en cuenta, además, que en concreto nuestra Iglesia tiene
tradiciones de bastantes siglos de antigüedad, que arraigaron en el colectivo y que son
difíciles de superar. La enseñanza del libro que comentamos es que ese tipo de formación
tradicional constituye, en realidad, una deformación religiosa, en el sentido de que fomentó
y fomenta un tipo de religiosidad que se aparta de la esencia del Evangelio e incluso lo
contradice en no pocas cuestiones.
Aunque el cristianismo se generó en el seno de la cultura judía, su implantación en nuestra
cultura Occidental pasó por el filtro de la sociedad helenística de la mano de Pablo de
Tarso. En efecto, las primeras comunidades cristianas en algunas ciudades griegas y en
Roma mismo eran fruto de la iniciativa misionera de Pablo, y esto tenía lugar unas décadas
antes de la puesta por escrito de los Evangelios. En el libro de J. M. Castillo se le da mucha
importancia a este hecho, pero lo principal de la deformación religiosa antes mencionada
tuvo lugar, paulatinamente, a lo largo de los primeros siglos de nuestra era y se precipitó
desde la época del emperador Constantino.
La celebración de la memoria de la Cena del Señor pronto fue perdiendo la forma de ágape
para convertirse en simple eucaristía, que fue un paso decisivo para implantar en la Iglesia
la ritualización de todo acto religioso. Por una de las cartas de Pablo sabemos que los ricos
asistentes al ágape de la celebración eran reacios a compartir sus viandas con los pobres que
asistían a la misma celebración. Se iba perdiendo o se había perdido ya la idea, sica del
Evangelio, de hermandad o igualdad entre todos los seres humanos. Persistió el clasismo
que aún perdura en la sociedad actual y que es la asignatura pendiente entre los que nos
definimos como seguidores de Jesús de Nazaret. En la primitiva comunidad cristiana de
Jerusalén se practicaba aquella forma de comunismo que nos describe el libro de los
«Hechos de los Apóstoles», los miembros de la comunidad: …se reunían y tenían todas
las cosas en común. Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno
según su necesidad
. E
l hecho de que Lucas, en el mencionado libro, presentase ese ejemplo
era porque en las comunidades cristianas que se estaban formando por entonces en el
imperio romano no se asumía esa práctica. En una de las intervenciones de nuestro debate
se indicó que esa forma de comunismo tenía cierta tradición en la sociedad judía como nos
muestra el caso de los esenios de Qumram que también vivían así, y aún hoy es conocido el
caso de los kibutzim de Israel.
En realidad, esa forma de vivir la pobreza, en comunidad o individualmente, no es des-
conocida en nuestro ámbito religioso cristiano. No otra cosa son los conventos, las órdenes
B
oletín nú
m
. 31
- 20 de septie
m
bre de 2022
monásticas y otras iniciativas. En todas las épocas hubo cristianos que comprendieron que
la sociedad del mercado, donde cada uno va a su propio beneficio sin tener en cuenta a los
demás, no se ajusta a lo que Jesús enseñaba: No se puede servir a Dios y al dinero. En la
historia hubo casos notorios de ese tipo de entrega en el seguimiento de Jesús, como el de
Francisco de Asís. En nuestra época destacan los casos de la Madre Teresa de Calculta, el
Padre Ángel…
Sin duda es muy meritoria la labor que esa gente hace, pero, el llamamiento de Jesús a
seguirlo ¿consiste en asumir ese tipo de vida? Vamos a ver que no. Jesús fue crucificado
por enfrentarse al sistema de dominación establecido. Ese tipo de personas y comunidades
son muy respetadas, e incluso favorecidas, por el sistema porque son inofensivas para él. La
Iglesia, tan integrada en el sistema, declara santos a ese tipo de personas, y el sistema no
tiene reparos en subvencionar sus inciativas. Su forma de caridad no es revolucionaria, más
bien contribuye a hacer más soportable la explotación que ejercen los económicamente
poderosos. Muy diferente fue el caso del Mesías Jesús. Él era un hombre religioso, pero su
religiosidad no pasaba por los cultos del templo. Aborrecía el mercadeo que hacía en ellos y
además no lo consideraba necesario para relacionarse con Dios. Decía que se podía orar en
cualquier lugar haciéndolo en espíritu y en verdad. Y su rechazo del dinero y el mercadeo
atacaba la base o raiz de todo sistema de dominación del hombre por el hombre.
En efecto, todos los sistemas de dominación se basan sobre esa manera de funcionar que
responde a la existencia de la propiedad privada. Las mencionadas formas de comunidad
prescinden de tal tipo de propiedad pero eso no es problema para el sistema si no intentan
hacer extensivo a toda la sociedad su modelo. De hecho, todas las sociedades, que hasta
ahora existieron se basaron en esos valores de la propiedad, el mercado, el dinero… De
ellas decía Jesús que estaban construidas sobre arena y que sus constructores habían
rechazado una piedra que resultaba ser “piedra angular”. Se refería al modelo que él
preconizaba de la fraternidad humana, el amor al prójimo… una serie de valores que se
resumen en las Bienaventuranzas. Los frutos de haber rechazado ese modelo se ven
claramente en el infierno de mundo que tenemos: guerras, explotación clasista, depredación
imperialista, hambre, odio, desigualdad, corrupción, fraude, esclavitud, especulación
económica, desinformación, racismo, machismo, xenofobia
Tal era el reino de este mundo en la época de Jesús, y tal es ahora. La diferencia está en que
la(s) iglesia(s) cristiana(s) se acomoda(n) a este reino, procura(n) su conservación y hasta
formar parte de él. En cambio Jesús quería transformarlo en el Reino de Dios, y convoca a
sus seguidores para aplicarse a esa tarea. El talante antisistema de Jesús se manifestó
claramente cuando decía: No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a
traer paz, sino espada… Cuando decía eso, Jesús no estaba llamando a ejercer violencia;
sabemos que se opuso a que le defendieran con la espada cuando le arrestaron, y murió
pidiendo al Padre perdón para sus asesinos. Lo que Jesús quería decir es que está en
controversia con el reino de este mundo, el sistema de dominación, al que pretende
cambiar, y anticipa su victoria sobre él cuando dice: No temáis, yo he vencido al mundo.
Vencer al mundo es vencer la miseria, la injusticia, la opresión, la falta de amor… y es una
victoria que él quiere realizar con la colaboración de sus seguidores; esa es la misión de
quienes nos tenemos por discípulos suyos.
Pero Jesús también advierte a sus seguidores que les perseguirán como le persiguieron a él:
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo,
sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Jesús fue
condenado a muerte por su actividad antisistema, y lo que postula de sus seguidores es
también una actividad antisistema. Las iglesias cristianas, evidentemente, no son
anti-sistema, se instalaron confortablemente en el sistema. Las limosnas individuales y el
asistencialismo de organizaciones como Cáritas, siendo muy loables, y que no falten
mientras no hagamos algo más, tampoco son antisistema, no le hacen ni cosquillas al reino
de este mundo. Si se limita a eso, puede ser sólo una coartada para no implicarse más en la
construcción del Reino de Dios. Por eso al mundo no le preocupan quienes nos dedicamos
sólo a eso. En el debate sobre este tema, en la reunión surgió la pregunta: ¿es que están
haciendo algo más quienes viven fuera de las comunidades monacales y ese tipo de
asistencialismo? No fue necesario respoder a esa pregunta; es evidente que no. ¿Qué está
pasando? ¿Dónde están los seguidores de Jesús de Nazaret?
La lucha contra el sistema, o es colectiva, masiva, o no es nada. Las masas populares no
ejercen, a su favor, el poder que tienen porque desconocen el poder que tienen. La gran
estupidez es que teniendo recursos e ingenio para construir un paraíso, se resignen a vivir
en un infierno porque así lo decide la clase dominante. Las masas populares prescinden de
su inteligencia y se someten a los explotadores de siempre. El reino de este mundo se
construyó con la violencia de los dominadores y la pasividad de los sometidos; los pueblos
renuncian a la racionalidad y la solidaridad para disfrute de la minoría dominante. Si las
masas populares se condujeran inteligentemente no consentirían ser gobernados por lacayos
servidores del sistema de dominación, como ocurrió siempre y sigue ocurriendo ahora a
escala planetaria; no consentirían apoyar guerras y participar en ellas matando y muriendo a
favor de los intereses de sus explotadores. En nuestro país, en concreto, lo irracional por
parte de la gran masa popular sojuzgada, es consentir en la permanencia en un bloque
militar imperialista como la OTAN, es votar a favor de un partido que vende a fondos
buitre las viviendas sociales municipales, es apoyar electoralmente a partidos que en la
lucha se clases se posicionan a favor de los intereses del gran capital: las eléctricas, las
farmacéuticas, los bancos…
Como ciudadanos nos debe preocupar todo eso, pero además, como cristianos nos debe
avergonzar que la Iglesia, todas las iglesias cristianas, lleven muchos siglos apoyando a los
diversos sistemas de dominación que se van sucediendo en el tiempo. Aspiran al reino de
este mundo en vez de aplicarse a la construcción del Reino de Dios. En el área geográfica
de nuestra civilización, denominada cristiana, la crisis religiosa es evidente. No es extraño:
quienes nos denominamos cristianos no supimos mostrar a la gente el rostro de Cristo
Libertador. La Iglesia postuló sólo admitir un Credo y unos dogmas ininteligibles, practicar
un culto alienante y someterse a unas autoridades religiosas, unos pastores que sólo aspiran
a esquilar el rebaño, acumular riqueza y poder como nos muestran los últimos capítulos del
libro de J. M. Castillo.
E
l proble
m
a es grave
. N
o es fácil inculturar el cristianis
m
o en otras civilizaciones por la relacn
que tiene con la nuestra tan ligada al colonialismo y al imperialismo que aún subsiste. Y
mucha gente de nuestra cultura abandona una religión que no da respuesta a sus inquietudes
espirituales. A quienes son sensibles sobre la problemática social no les resulta fácil aceptar
una Iglesia tan ligada al feudalismo de otra época y el capitalismo actual.
En varias intervenciones de nuestra reunión del pasado jueves se expresaron vivencias
personales de confusión, con crisis de fe en algún caso, al percibir la contradicción entre la
práctica eclesial y lo que conocían del Evangelio. Para llegar a comprender que lo
importante de la religión no era lo que nos habían enseñado sobre ella, sino el mensaje
movilizador del Evangelio, el proyecto liberador de Jesucristo, nos fue muy útil la lectura
de obras de teólogos como la que estudiamos recientemente. Y el estudio de la historia nos
ayuda a ver cómo se fue degradando, a lo largo del tiempo, el mensaje inicial de Jesús hasta
devenir en el tinglado que actualmente es la religión cristiana organizada.
Nuestro método es: Ver, juzgar y actuar. Según postula esa fórmula, los Cristianos de
Base debemos difundir las conclusiones de nuestros análisis. Pero, ¿cómo explicar a la
gente, a la que abandonó la Iglesia y a la que aún permanece en ella, que toda la religión
que se les enseñó hasta ahora no vale nada y que hay que empezar desde la pura enseñanza
de Jesús? Pues eso es lo que nos enseña la historia y los teologos serios y objetivos. En lo
que pomposamente se llama “la tradición eclesiástica” se ensalza mucho a una serie de
“Padres de la Iglesia” a los que se les asignó el rango de santos y doctores de la Iglesia,
pero que en realidad fueron los responsables del proceso de deformación, degradación y
traición al mensaje de Jesús de Nazaret, los valores del Evangelio.
Clemente de Alejandría (150-216) elaboró una especie de teología, explicitada en su obra:
Quis dives salvetur
(¿Quién es el rico que se salvará?) por la cual le quitaba hierro al dicho
de
J
esús de que
:
es
m
ás fácil que un ca
m
ello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en
el Reino de los Cielos
. D
espués, ya sabe
m
os
m
o la riqueza fue el objetivo y el estí
m
ulo de la
jerarquía eclesial
,
y andando el tie
m
po la
I
glesia llegó a ser la iglesia del
O
pus
D
ei
y de las
in
m
atriculaciones
. J
uan
C
risóstomo (347-407) y Cirilo de Alejandría (370-444) proclamaron
los dos pri
m
eros dog
m
as
m
arianos
,
unos dog
m
as
m
uy buenos para que los crean ellos
. L
o
m
is
m
o
se puede decir de los dos últimos dogmas marianos proclamados en el siglo XIX y XX por
los papas Pío IX y Pío XII respectivamente: unos dogmas muy buenos para que los crean
ellos. Agustín de Hipona (354-430), influído seguramente por la doctrina maniquea, de la
que nunca se llegó a liberar del todo, inventó la creencia en el pecado original, y el papa
Gregorio Magno (540-604) inventó el purgatorio, y obtuvo mucho dinero por las misas
gregorianas que la gente encargaba para sacar a sus familiares de ese lugar de tormento.
Los dominadores del sistema quieren que la gente no conozca la historia. El aparato
ideológico del sistema, en el que hay que incluir al magisterio eclesial, fomenta la
ignorancia del pueblo. No les interesa que la gente conozca el gran poder que tiene para
cambiar las cosas. Los programas televisivos y las homilías de muchas parroquias tienen la
finalidad de apartar la atención de la gente de los asuntos que realmente le interesa. Por eso
tenemos la responsabilidad de hacer todo lo posible de intervenir en esta lucha cultural:
Ver, juzgar y actuar. Nuestra actuación, debe ser transmitir la enseñanza del Maestro
Jesús de Nazaret, afrontar la problemática de nuestro mundo según sus criterios. Al final de
la reunión de nuestro modesto grupo de Cristianos de Base tuvimos, según nuestra
costumbre, una Celebración Eucarística. Las lecturas, cantos, preces y reflexiones de la
celebración giraban en torno a la parábola de Jesús sobre la oveja perdida. Venía muy al
hilo de lo que habíamos estado tratando.
Cuando hablamos de movilización y lucha contra el sistema y las lacras que genera debe
quedar claro que no se está postulando violencia. Se trata de controversia entre los valores
del Evangelio y los del dinero que sostiene a este injusto sistema. Pero no nos debemos
plantear una lucha como la de Espartaco contra Roma, o como la de los jacobinos contra el
feudalismo o los bolcheviques contra las burguesía capitalista. Recurrir a ese tipo de
violencia es no haber entendido nada del mensaje de Jesús que postula perdonar las ofensas,
bendecir a quien nos maldice y orar por quienes nos persiguen.
E
l ene
m
igo es la injustia
,
la desigualdad
,
la explotación
es justo luchar contra el esclavis
m
o
,
el feudalismo y el capitalismo, pero los injustos, los explotadores son las ovejas perdidas
que viene a buscar el Buen Pastor que es Jesús de Nazaret, y nos transfiere esa misión a sus
seguidores
. N
uestra lucha es ideológica
,
se libra en el frente cultural
. L
os do
m
inadores del siste
m
a
controlan los medios informativos y contra tan gran poder somos una fuerza insignificante
las
C
o
m
unidades de
C
ristianos de
B
ase
y grupos si
m
ilares, pero sabe
m
os que esta
m
os dando
la batalla del Maestro Jesús que dijo:
Estaré con vosotros hasta el fin del mundo
.
E
l dinero sie
m
pre estuvo ligado a la corrupcn y al poder
. T
a
m
bién en tie
m
pos
de Jesús de Nazaret como recoge el Evangelio de hoy, y como le pasó a Él
mismo, en que el poder político-religioso sobornó a uno de los suyos para
quitarlo de en medio porque estorbaba y amenazaba sus intereses. “Dios
creó el hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre le devolvió el favor
creando un dios a su imagen y semejanza” (Federico Nietzsche).
El texto evangélico de hoy termina con una frase lapidaria de Jesucristo:
“No podéis servir Dios y al dinero”. El dios dinero, es, justamente, el que
hemos creado los humanos, el cual lleva a muchas personas a sacrificarle la
honradez, la justicia, la ética, la lealtad, los sentimientos más nobles, incluso
miles y miles de vidas humanas. El dios dinero es el ídolo más grande de
nuestro tiempo, detrás del cual está la ambición absoluta de poder, están las
guerras, las conquistas, los sobornos, la corrupción económica y política. Es
el dios más cruel de todos cuantos ha conocido la historia de la humanidad,
que cada vez amenaza más el futuro del hombre y del planeta.
Recordando las palabras que María de Nazaret, la madre de Jesús,
pronunció en presencia de su prima Isabel: “El Poderoso… desplegó la
fuerza de su brazo para dispersar a los soberbios, derribó a los potentados de
sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los
ricos los despidió sin nada”. Por eso no nos queda más remedio que decir:
- Qué se acaben los ricos para que se acaben los pobres.
- Que se acaben los grandes para que se acaben los pequeños.
- Que se acaben los poderosos para que se acaben los débiles.
- Que se acaben los injustos para que se acaben las injusticias.
- Que se acaben los manipuladores de Dios por las religiones para que se
acabe la manipulación del hombre por ellas.
-Que se acaben los manipuladores del pueblo para que se acabe la
manipulación de la gente, como vemos estos días en un país europeo, donde
miles de personas permanecen en fila hasta 20 horas para rendir tributo,
incluida incluso la genuflexión, a quien acumuló una riqueza de 427
millones de euros, viviendo además en suntuosas mansiones, mientras más
de 1000 millones de personas pasan hambre en el mundo. ¡Qué buen
resultado da mantener al pueblo en la ignorancia, en la ingenuidad, en la
simpleza, en la credulidad, en el infantilismo, en una fe falsa, en la
mitología, en la magia…! “Qué sería de los pobres si no fueran los ricos”,
dijo alguien, aludiendo a que la “limosna” del rico alivia la indigencia del
pobre. La respuesta a esa ingenuidad es así de clara: “si no hubiera ricos no
habría pobres”, porque los ricos (personas, países) son los culpables de la
pobreza de los empobrecidos.
Quien lo entienda ha entendido algo de lo que pasa en este mundo. Por eso,
la fe, no es creer en Jesucristo, sino que la fe es seguir a Jesucristo, para
hacer en este mundo lo que Él hizo para el bien de la Humanidad y la
Creación, para que todo ser viviente pueda vivir con dignidad en esta vida.
Todo aquello que no nos lleve a compartir personal y solidariamente la
realidad de los oprimidos no sirve para nada, porque sin compartir su
realidad, todo lo demás son historias…
Mujeres de África trabajando la tierra, algunas con elefantiasis en las
extremidades inferiores, como la que figura a la izquierda de la imagen.
1. Del 9 al 11 de septiembre de 2022 hemos celebrado el 41 Congreso de Teología on
line en el que hemos reflexionado sobre la pandemia y otras situaciones dramáticas de
nuestro mundo como la cruel guerra de Rusia-Ucrania y otras guerras olvidadas, sus
consecuencias y las respuestas que nos lleven a un cambio civilizatorio. Y lo hemos
hecho en un clima de diálogo interdisciplinar, de voces plurales y de encuentro
enriquecedor con la participación de 300 personas de diferentes países y continentes.
2. Hemos realizado un análisis sobre el fenómeno de la pandemia, que ha cambiado el
rumbo de la humanidad, ha quebrado las seguridades en las que estábamos instalados,
ha generado mayor incertidumbre en torno al futuro, ha frustrado proyectos y sueños
de otro mundo posible y ha sacrificado millones de vidas humanas.
3
. H
e
m
os to
m
ado conciencia del carácter selectivo de la
C
ovid
,
pues no ha afectado a toda
la ciudadanía por igual
,
ni con la
m
is
m
a severidad
,
sino que se ha cebado de
m
anera
m
ás
violenta con los colectivos sociales más desfavorecidos de la población mundial.
4. Lo que la Covid ha puesto de manifiesto es que no somos héroes, ni dioses, ni
Prometeos, sino seres humanos vulnerables, dependientes, precarios y vivimos en un
mundo caracterizado por la fragilidad. A su vez la pandemia ha desmantelado todos
los mantras de la globalización neoliberal: el afán de lucro, la acumulación privada, la
competitividad, el individualismo, el consumismo, el Estado reducido a lo mínimo y
la privatización de lo público y de los bienes comunes. Más aún, durante la pandemia
se han hecho más profundas las brechas de la desigualdad de todo tipo: de género,
etnia, cultura, religión, clase social, identidad sexual, etcétera, y se ha puesto en
práctica la cultura del descarte denunciada por el papa Francisco.
5
. H
e
m
os to
m
ado conciencia de que la pande
m
ia no es un fenó
m
eno casual
,
sino conse-
cuencia de un paradigma tecnocrático que ha destruido la naturaleza, de un sistema
capitalista que discri
m
ina social
m
ente y
m
ata
,
de una
m
entalidad noroccidental
,
neo-
colonial
,
homófoba y patriarcal que descarta a personas mayores, mujeres, LGTBI,
personas con otras capacidades, comunidades indígenas y poblaciones del Sur global.
H
e
m
os podido constatar có
m
o dirigentes políticos
,
apoyados por
m
ovi
m
ientos cristianos
integristas y funda
m
entalistas han puesto el lucro y la salvación de la econo
m
ía neo-
liberal por delante la salvación de la vida hu
m
ana y de la naturaleza sin ser conscientes
de que la economía está al servicio de la vida y no para eliminar vidas.
6
. P
ero la
C
ovid ta
m
bién ha revelado los aspectos
m
ás positivos de la hu
m
anidad como
la solidaridad del vecindario y del voluntariado
,
de
m
édicos, enfermeros, enfermeras y
personal sanitario que han cuidado con ternura y generosidad a las personas enfermas
y acompañado a las moribundas aún arriesgando su vida, e incluso perdiéndola; las
nuevas formas de vivir la experiencia religiosa al margen de los tempos y del clero; la
conciencia de comunidad que nos lleva a reconocer que o no salvamos todos o
perecemos todos; así como otras iniciativas creativas para aliviar el sufrimiento. La
pandemia ha generado un pensamiento eco-humanista que nos ha permitido descubrir
la interconectividad de todo. Y desde una lectura cristiana, puede ser un kairós, donde
el Espíritu del Génesis, la ruah femenina, engendra desde abajo una vida nueva.
7. Hemos tomado conciencia del valor del cuidado, que tradicionalmente se ha
asignado a las mujeres como una carga más en la esfera privada, y por ello ha sido
invisibilizado, ignorado y no valorado. Hoy debe ser considerado un derecho, un
deber y una responsabilidad de todas las personas hacia los colectivos más des-
cuidados y la naturaleza maltratada. El cuidado es inseparable de la justicia por lo que
debe ser contemplado como un valor fundamental en la búsqueda de una sociedad
más equitativa. La ética del cuidado debe impregnar la forma de relacionarnos entre
nosotros y con la naturaleza y de practica la democracia.
8
. U
n referente fundamental para las personas cristianas, y también para gente de otras
tradiciones religiosas y culturales
,
es
J
esús de
N
azaret
,
que vivió la vulnerabilidad en su
propia persona
,
convivió con gente especialmente vulnerable y necesitada de cuidados
y murió víctima de los poderes coaligados: político, económico, religioso, cultural y
patriarcal. Desde dicha ubicación nos invita a crear una sociedad alternativa en la que
el servicio, traducido como cuidado de la gente marginada social y religiosamente,
sea el pilar fundamental de la convivencia eco-humana y de la actividad política. El
modelo de com-pasión y de cuidado que nos propone es el Buen Samaritano.
9. La revolución de los cuidados debe llegar a la iglesia hasta convertirla en una
co
m
unidad de co
m
unidades sa
m
aritana y defensora de la naturaleza
,
que es nuestra casa
co
m
ún
. P
ara ello debe renunciar al paradigma civilizatorio del ser humano como señor
y dueño de la naturaleza y optar por el paradigma del hermano y la hermana, es decir,
de la fraternidad universal, el amor político y la amistad social, que propone el papa
Francisco en sus encíclicas Laudato Si y Fratelli tutti. Esto requiere “una conversión
ecológica global” que pase de una civilización tecno-capitalista, antropocéntrica e
individualista a una civilización de la solidaridad y del cuidado de toda la vida; una
civilización biocentrada que garantice el futuro a la naturaleza y a la humanidad.
Dicha civilización lleva derechamente a un cambio en la imagen de la divinidad: del
Dios todopoderoso al Dios apasionado amante de la vida, que no permite que la
humanidad y la naturaleza perezcan.
10. Tras la pandemia no podemos retornar a la vieja normalidad. La experiencia de la
Covid nos ha mostrado cómo el dolor, la incertidumbre y la conciencia de nuestros
propios límites debe llevarnos a repensar y vivir de otra manera nuestras relaciones
eco-humanas, la organización de nuestras sociedades guiadas por la gratuidad y no
por el lucro, y el tejido de lazos comunitarios. Es necesario cambiar de vida, generar
una resistencia activa, construir un mundo diferente, identificado solidariamente con
las personas y los colectivos empobrecidos, en el seguimiento de Jesús de Nazaret, la
prosecución de su causa de liberación y la práctica de las Bienaventuranzas.
Madrid, 11 de septiembre de 2022
El mensaje de Jesús obliga a un replanteamiento total de la vida;
quien escucha el Evangelio intuye que se le invita a comprender, de
manera radicalmente nueva, el sentido último de todo y la orientación
decisiva de su conducta.
Es difícil permanecer indiferente ante la palabra de Jesús, al menos si
uno sigue creyendo en la posibilidad de ser más humano cada día. Es
difícil no sentir inquietud y hasta cierto
m
alestar al escuchar palabras
co
m
o las que hoy nos recuerda el texto evangélico: «No podéis
servir a Dios y al Dinero».
Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al
mismo tiempo esclavo del dinero y del propio interés. Solo hay una
manera de vivir como «hijo» de Dios, y es vivir como «hermano» de los
demás. El que vive solo al servicio de sus dineros e intereses no puede
ocuparse de sus hermanos, y no puede, por tanto, ser hijo fiel de Dios.
El que toma en serio a Jesús sabe que no puede organizar su vida
desde el proyecto egoísta de poseer siempre más y más. A quien vive
dominado por el interés económico, aunque viva una vida piadosa y
recta, le falta algo esencial para ser cristiano: romper la servidumbre
del «poseer» que le quita libertad para escuchar y responder mejor
a las necesidades de los pobres.
No tiene otra alternativa. Y no puede engañarse, creyéndose «pobre
de espíritu» en lo íntimo de su corazón, pues quien tiene alma de pobre
no sigue disfrutando tranquilamente de sus bienes mientras junto a él
hay necesitados hasta de lo más elemental.
Tampoco podemos engañarnos pensando que «los ricos» siempre son
los otros
. L
a crisis econó
m
ica
,
que es dejando en paro a tantos ho
m
bres
y
m
ujeres
,
nos obliga a revisar nuestros presupuestos
,
para ver si no he
m
os
de reducirlos para ayudar a quienes han quedado sin trabajo. Sería un
buen test para descubrir si servimos a Dios o a nuestro dinero.
Pagola: “Es imposible ser
fiel a un Dios que es Padre
de todos y vivir esclavo
del dinero”
Esta mañana (12.09.2022) se ha realizado un encuentro entre ambas organizaciones en
el que han participado Unai Sordo y Carmen Vidal, secretario general y secretaria de
Participación Institucional y Movimientos Sociales de CCOO, respectivamente; y por
la HOAC, Maru Megina, Fernando Díaz y Paco Álamos, presidenta, consiliario y
responsable de Compromiso de la HOAC, respectivamente.
El diálogo se ha centrado en compartir la situación socioeconómica y laboral actual. El
sindicato ha expuesto el escenario de gravedad con los últimos datos de inflación y la
subida de precios, así como las consecuencias de la guerra de Ucrania. Consideramos que
las respuestas del gobierno a esta nueva realidad son insuficientes.
Ambas partes reconocemos la dureza de este momento, ya que no se trata de paliar la
situación con medidas de emergencia sino de medidas estructurales y de cambio.
La incertidumbre real de que se alargue en el tiempo y no remonte el ciclo del empleo nos
lleva a pensar que el problema socioeconómico puede ser muy difícil. Todo esto vivido en
medio de una gran desvinculación y desmovilización social.
Las propuestas del sindicato al Gobierno pasan por la necesaria subida de salarios y del
SMI, la contención de precios y del margen en los carburantes, por limitar precios a costa
de los márgenes de beneficios de las empresas.
La desafección del propio sistema democrático
H
e
m
os constatado la dificultad en gran parte de la sociedad de llegar a un análisis que vaya
más allá de las opiniones
, la falta de una nueva comprensión del trabajo enfocado desde el
cuidado a la persona trabajadora, la desafección de los instrumentos y las herramientas
colectivas de lucha. La desafección del propio sistema democrático.
T
a
m
bién co
m
parti
m
os que faltan políticas de redistribución y la burocracia del siste
m
a i
m
pide
que aquellas lleguen a los
m
ás desfavorecidos
. S
e necesitan políticas con resultados efectivos
para los trabajadores y las trabajadoras, lo contrario produce decepción y desmovilización.
Nos preguntamos cómo encuadrar lo que hacemos en la esfera en que nos movemos cada
organización
. V
e
m
os la i
m
portancia de la labor sociopolítica del sindicato.
La necesidad del
cambio de mentalidad de los ciudadanos para promover la militancia de lo público
.
Hemos compartido la necesidad de seguir trabajando para hacer más partícipes a nuestros
a
m
bientes
,
a nuestros co
m
pañeros y co
m
pañeras para que sean sujeto de su propia liberación,
como decimos en la HOAC.
Hemos quedado emplazados en las necesarias movilizaciones y acciones en defensa de
unos salarios decentes que garanticen una vida digna para la clase trabajadora.
P
or últi
m
o
,
el sindicato se ha
m
ostrado abierto a
m
antener contacto con la
C
onferencia
E
piscopal
Española
(CEE).