Ante la etapa continental del Sínodo
La reunión de diciembre de nuestro grupo de Cristianos de Base que estaba fijada para
el 1 de este mes hubo de realizarse un día antes porque el local en el que nos reunimos
no estaba disponible en la fecha acordada. El tema a tratar era el documento de trabajo
de la etapa continental del Sínodo de la sinodalidad. Pero antes de entrar en el debate
sobre ese documento se estuvo informando de los actos que se están organizando para
conmemorar el 44 aniversario de la muerte de Gaspar García Laviana. Se informo que el
sábado día 10 de diciembre tendrá lugar en la iglesia de Tuilla, localidad en la que
residió durante su infancia el cura guerrillero, una misa en recuerdo suyo, y después el
homenaje que todos los años se le hace en el monumento que tiene en esa población
langreana. El día siguiente, domingo día 11, habrá una acto similar en el monumento que
Gaspar tiene en la calle de Gijón que lleva su nombre.
Se paso después a debatir el tema que traíamos para la reunión: la documentación sobre
la fase continental del Sínodo. Por el anterior número de este boletín se había informado
sobre la manera de acceder por Internet a la versión española del documento e incluímos
un resumen del mismo elaborado por Jesús Bastante. Es destacable el hecho de que esa
documentación y todo lo relacionado con el Sínodo es completamente desconocido por
la gran mayoría de la feligresía eclesial de nuestro país. La mayor parte de los párrocos
no mencionaron ni una palabra sobre el este tema desde que comenzó el proceso sinodal
hace más de un año. El episcopado español es, en su mayoría, reacio a entrar en los
temas que la Iglesia quiere abordar por este proceso y contrario a realizar los cambios
que postula el personal, principalmente laico, que interviene en el debate del temario
sinodal. El propio documento de la etapa continental que comentamos reconoce que el
proceso está encontrando, a nivel global, resistencia clerical y pasividad del laicado.
L
a publicación de ese docu
m
ento tiene la finalidad de que las iglesias locales puedan pro
-
seguir el proceso sobre la base de las aportaciones realizadas por casi todas la diócesis
del mundo, y centra la temática en tres cuestiones, que presenta por el siguiente texto:
El DEC es, pues, el instrumento privilegiado a través del cual se puede realizar el diálogo de las
Iglesias locales entre sí y con la Iglesia universal en la Etapa Continental. Para proseguir este
proceso de escucha, diálogo y discernimiento, la reflexión se centrará en tres cuestiones:
«Después de leer el DEC en un clima de oración, ¿qué intuiciones resuenan más fuertemente con las
experiencias y realidades concretas de la Iglesia en el continente? ¿Qué experiencias parecen
nuevas o iluminadoras?» «Después de leer el DEC y haber estado en oración, ¿qué tensiones o
divergencias sustanciales surgen como particularmente importantes desde la perspectiva del
continente? En consecuencia, ¿cuáles son las cuestiones e interrogantes que deberían abordarse y
considerarse en las próximas fases del proceso?» «Mirando lo que surge de las dos preguntas
anteriores, ¿cuáles son las prioridades, los temas recurrentes y las llamadas a la acción que pueden
ser compartidas con las otras Iglesias locales de todo el mundo y discutidas durante la Primera
Sesión de la Asamblea Sinodal en octubre de 2023?»
En intervenciones habidas en nuestro debate se expresaron dudas sobre la posibilidad de
que se llegue a reformas sustanciales de lo que está siendo una práctica eclesial muy
arraigada, en temas como la situación de la mujer en la Iglesia, el celibato sacerdotal, la
superación del clericalismo, y otros. Se expresó el temor de que los resultados del
B
oletín nú
m
. 36
- 3 de diciembre de 2022
Sínodo sean pura teoría sin concreción de prácticas a realizar. En alguna intervención se
enfatizó la necesidad de co
m
batir el verticalismo pira
m
idal de la jerarquía eclesiástica
. S
e
propuso co
m
o objetivo que la co
m
unidad designe las personas a ejercer funciones eclesiales
.
P
uesto que los colectivos pueden hacer sus aportaciones, igual que en la etapa diocesana
del proceso sinodal, nos planteamos si nuestro grupo puede trasladar al proceso nuestra
opinión sobre la contradicción
J
esús
-
I
glesia
. E
n algunas intervenciones se puso de relieve
que el cumplimiento del mandato de Jesús de amor al prójimo en algunos casos se da
entre ateos y agnósticos, y que no siempre se cumple entre devotos creyentes.
P
ero se alegó
,
en una intervención
,
que el tratar esos asuntos no encajaba en los tres puntos
que el docu
m
ento de trabajo proponía a la discusión de las iglesias locales
,
añadiendo que
el docu
m
ento expresaba la voluntad eclesial de abordar
,
en un sentido progresista,
m
uchas
cuestiones que los sectores conservadores de la jerarquía quisieran aparcar. De hecho, se
centró en esta disyuntiva el vivo debate que siguió
: ¿
debe
m
os li
m
itarnos a la te
m
ática que
proponen el cuestionario y otros documentos sinodales, o podemos expresar y trasladar
lo que realmente nos preocupa de la realidad eclesial? La principal objección era que la
Iglesia, todas las iglesias, no estaban cumpliendo en el mundo la principal misión que el
M
aestro asig a sus seguidores
. C
eñirnos al te
m
ario sinodal puede limitarnos a ocuparnos
sólo de la problemática de la Iglesia, como si la Iglesia fuese un fin en misma y no
solamente un instrumento para la realización del proyecto de Jesús. El documento de
trabajo del la etapa continental del Sínodo cita a la Iglesia diez veces más que a Jesús de
Nazaret; es evidente que lo que le preocupa a la institución es lo que le ocurre a ella
misma: descenso de vocaciones sacerdotales, de práctica religiosa… y no se examina
para ver si está cumpliendo su misión en el mundo.
Si el temario sinodal nos impide examinar la contradicción entre el proyecto de Jesús y
la práctica eclesial, entonces el Sínodo es parte del problema y no de la solución. La
contradicción consiste en que Jesús asume la promesa profética cuestionando el sistema
que se basa en el mercado que genera desigualdad entre los humanos, mientras que la
Iglesia, que es institucional y no profética, se acomoda al sistema y sus valores basados
en el egoismo que hace que las personas compitan y actúen en provecho propio y no del
común. La Iglesia lleva muchos siglos instalada en esa manera de actuar que es una
traición al espíritu del Mesías Jesús de Nazaret. Si como resultado del Sínodo, las
mujeres podrán recibir la ordenación sacerdotal en la Iglesia Católica Romana, eso no
será ninguna hazaña; otras iglesias cristianas ya tienen eso desde hace varias décadas. Y
lo mismo si se suprime el celibato sacerdotal: las iglesias reformadas ya practican eso
desde hace varios siglos
,
y las iglesias orientales desde siempre. Y aunque se consiguiese
la reunificación de todas las iglesias, lo que es verdaderamente difícil, también eso sería
una inútil hazaña si ello no sirve para que se dediquen a la implantación del Reino de
Dios en el mundo.
El debate sobre esta temática continuará en las siguientes reuniones de nuestro grupo. La
siguiente será el jueves día 12 de enero. Pero antes, el día 19 de este mes de diciembre,
nos reuniremos con otros grupos y comunidades cristianas en los locales de la Cocina
Económica para tener una Celebración Eucarística con ocasión de la próxima Navidad.
R
eto
m
a
m
os esa costu
m
bre que tenía
m
os hasta hace varios años y que se interru
m
pió por la
pande
m
ia sufrida los últi
m
os años
. I
nvita
m
os a los grupos y personas que tean la costu
m
bre
de acompañarnos en esas ocasiones, y a quienes valoran la forma participativa en la que
tienen lugar nuestras celebraciones.
Desde hace más de diez años, la sanidad gratuita y universal ya no es
un derecho innegociable en España. La reforma del Partido Popular
en el año 2012, una medida que bien podría firmarla Vox actualmente,
eliminó este derecho de las leyes españolas. Una década después, con
tímidas reformas por el camino, cabe preguntarse: ¿Tienen derecho a
sanidad gratuita las personas migrantes en España?
En España hay un denominado círculo vicioso de la exclusión. Así lo
denomina el informe titulado Un derecho hecho pedazos: el derecho a la
asistencia sanitaria en las comunidades autónomas, un minucioso
estudio realizado por la plataforma Yo Sanidad Universal. Las
garantías de acceso a la sanidad pública se ven obstaculizadas por falta
de información, una falta de homogeneidad entre las comunidades
autónomas y una ley ambigua y poco contundente por parte del
Gobierno central. Todo junto, un cóctel que desprende inseguridad
jurídica y falta de garantías sanitarias.
Las tímidas reformas desde que el PSOE volvió a la Moncloa no han
reparado al completo la universalidad de la sanidad pública.
Aunque así lo proclamó el Gobierno tras la aprobación del Real
Decreto-Ley 7/2018, esta normativa contaba con importantes
carencias y lagunas que, sumado a la Resolución del 20 de junio de
2019 de la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del
Sistema Nacionald de Salud y Farmacia, han generado problemas
jurídicos y una ausencia de criterio homogeneizador en las comunidades
autónomas. Sin ir más lejos, el RD de 2018 no especifica el derecho a
la atención de urgencia como sí lo hacía el de 2012.
En un mapeo en el que se analizan seis puntos en cada comunidad autó-
noma, la realidad muestra que en las regiones fronterizas
(Canarias y
M
elilla
)
las restricciones son muy fuertes
,
de igual for
m
a que en
M
adrid,
que también recibe muchas personas migrantes. Catalunya es uno de los
espacios en la península menos agresivas para los extranjeros junto con
Andalucía, Navarra y Asturias.
Las cuestiones a analizar son: dificultad para obtener el padrón o alter-
nativas; acceso a la sanidad los primeros 90 días en situación regular;
acceso en situación de estancia; atención a menores y embarazadas;
atención sin documeto certificativo y facturación; atención a personas
ascendientes reagrupadas.
Así queda
el mapa nacional, donde impera el
color rojo
.
E
n tér
m
inos generales
,
cinco co
m
u
-
nidades (Galicia, Madrid, Baleares,
Canarias y Melilla) ponen trabas
en el acceso a la sanidad pública
a las mujeres embarazadas y a
menores, a pesar de que la univer-
sidad para estos está recogida en una
disposición no derogada dentro del
R
eal
D
ecreto
-L
ey de
2012.
E
xigimos
blindar la universalidad con una ley sencilla y clara que garantice homo-
geneidad
,
alegaban desde
Yo Sí Sanidad Universal
durante la presentación
del infor
m
e
. L
a poca contundencia de las leyes vigentes y la falta de consen-
sos entorpecen en muchas ocasiones el trato con las personas migrantes.
A
ctual
m
ente
,
hay una herida dentro de la sanidad pública espola
,
ya que
se exige a los extranjeros solicitudes y documentos certificativos de
residencia en
E
spaña para recibir atención sanitaria
. U
na nor
m
a que
,
según
el estudio presentado, no tiene voluntad de ser vinculante y es emitida
por un órgano incompetente para legislar. Además, las regulaciones de
las comunidades autónomas diseñadas al amparo del Real Decreto-Ley
de 2018 no incluyen procedimientos para personas que lleven menos de
90 días en el país y en muchos casos no aceptan otros documentos que
no sean pasaporte o padrón para confirmar el dato de la residencia.
En todas las comunidades se percibe una gran arbitrariedad en el
procedimiento de acceso, dependiente de las profesionales y los
centros para la tramitación de la tarjeta, el acceso durante los primeros
90 días y la facturación de urgencias, relata el informe. Esa situación
ha provocado que, al menos en 80 ocasiones, la Justicia haya dado la
razón a personas afectadas que veían como la sanidad española les
cerraba la puerta porque les exigía un cobro por la atención médica.
Es verdaderamente curioso. Un artículo que aparece en Internet
(RELIGIÓN EN LIBERTAD -la cabecera no significa lo que aparenta) y
que tiene como objetivo principal básico criticar al Papa Francisco para mí,
lector por casualidad, fue un balón de oxígeno para mantener viva la
esperanza en un resultadopositivo del sínodo en el que estamos inmersos.
Este es su titular: “El sínodo alemán contagia a toda la Iglesia”. Para el autor
parece que es de enfermedad, pero para mí resulta ser de sanación.
Al principio el autor felicita al Papa por sus palabras sobre el sínodo
germano del que dice que, “el problema surge cuando el camino sinodal
parte de las élites intelectuales y teológicas, y está muy influido por
presiones externas”, cuando en cambio se debe hacer “con los fieles, con el
pueblo”. El articulista reprueba esta última afirmación del Papa Francisco,
pues lo “malo es que cuando esto sucede, es decir, cuando se recogen las
exigencias de la base o se sondea la opinión de los fieles, los resultados son
prácticamente los mismos que los dictados por las élites dominantes o por
las presiones externas, con la inevitable letanía de pedidos que van desde los
sacerdotes casados hasta las sacerdotisas, desde la nueva moral sexual y
homosexual hasta la democratización del gobierno de la iglesia”. Ya queda
clara la perspectiva donde está situado el artículo.
Vemos que estamos leyendo el pensamiento de un cristiano tridentino, que
nada quiere que cambie en la Iglesia, a pesar de que se estén yendo o
rehuyendo de ella tanta gente, jóvenes, sobre todo, por sentirse como en país
extranjero, donde nada se entiende. Hay que agradecerle a Sandro
Magister,nuestro autor, los datos que nos proporciona ver que el camino
sinodal lleva buena orientación. No sólo es el sínodo alemán, sino que en
Francia la conferencia episcopal se adhiere a las peticiones de los miles de
sacerdotes y fieles que participaron en el sínodo que incluyen precisamente
la superación del celibato del clero, la ordenación de mujeres al diaconado y
al presbiterado o al menos, “como un primer paso”, encomendarles las
homilías de las Misas, una reforma radical de la liturgia y de sus lenguajes
“ahora inadmisibles”, la admisión generalizada a los sacramentos de los
divorciados vueltos a casar y de las parejas homosexuales. Creo que es
especialmente importante, pues no todos insisten en ello, el pedir una
“reforma radical de la liturgia y de sus lenguajes”, casi tan incomprensibles
como lo fuera el mismo latín. La solución que dio entonces el Concilio
Vaticano II no fue que se enseñase esa lengua muerta al pueblo cristiano,
sino cambiarla por la lenguas vernáculas.
Tampoco ahora vale, como alguien insinúa en el DEC, solucionar el
problema con formación de los fieles para puedan entender lo que ven y
oyen en la liturgia. Es indudable y urgente que hay que encontrar nuevos
modos de expresar nuestra religiosidad y nuestra fe.
No solo es Alemania y Francia. También “En Irlanda sucede lo mismo.
Además de los informes de las consultas en cada diócesis, los obispos
también se sirvieron de una amplia encuesta de opinión entre los fieles. Y
resultó de ello que la casi totalidad de los católicos irlandeses quieren
sacerdotes casados y mujeres sacerdotes, el 85% quiere que se suprima
cualquier condena de los actos homosexuales, el 70% quiere que también
los laicos tengan poder de decisión en la Iglesia, y aún otros quieren que se
eliminen de la Misa las lecturas del Antiguo Testamento que chorrean
sangre”. Aquí también muchos de nosotros hemos hecho estas propuestas.
Sigamos leyendo si queremos cargar nuestras pilas de optimismo. En la
reunión de la Conferencia Episcopal Irlandesa a mediados de junio también
estuvo presente la hermana Nathalie Becquart, subsecretaria en Roma del
sínodo sobre la sinodalidad… “que forma parte del trío marcadamente
progresista que Francisco ha puesto al frente del sínodo sobre la
sinodalidad, junto al secretario general, el cardenal maltés Mario Grech, y el
relator general, el cardenal luxemburgués y jesuita Jean-Claude Hollerich.
Nos animamos más al leer que el Papa Francisco sostiene con empeño que
se oiga lo que se piensa de la situación de la Iglesia, se señale cuáles son los
cambios necesarios, cuáles los más urgentes.
Es verdad que hay aspectos que son realmente preocupantes. Creo que entre
todos lo es s el hecho de la indiferencia del clero de base que está sin
ilusión y su participación en la renovación sinodal que el Papa pretende a
penas se percibe, con lo cual el camino sinodal no sé si llegará lejos.
José María Álvarez Rodríguez 29-11-2022
https://www.religionenlibertad.com/opinion/542202370/sinodo-aleman-contagia-iglesia.htm
El despojo del “yo” y la exigencia del Evangelio
Despojarse del “yo” es lo más necesario y lo más difícil que nos exige el
Evangelio. Por eso también es lo más necesario y lo más difícil para que
la Iglesia pueda cumplir su misión en el mundo. Si no asumimos y
hacemos nuestra, como tarea fundamental, el despojo del “yo”, no
podremos entender el Evangelio. Y mucho menos, vivirlo y hacerlo
presente en nuestra vida y en nuestro mundo.
Pero ¿qué quiere decir eso de el “despojo del yo”. Y, sobre todo, ¿por
q semejante “despojo” es tan importante? El Evangelio habla con
frecuencia y a fondo del “seguimiento de Jesús”. Los apóstoles tuvieron
que “dejarlo todo”: familia, casa, dinero… Todo, hasta quedarse sin
nada, como dijo expresamente Jesús (Mt 8, 18-22; Lc 9, 57-62). Y como
el mismo Jesús le exigió al joven rico (Mc 10, 17-31; Mt 19, 16-29; Lc
18, 18-30). ¿Qué más se podía pedir?
Muchas veces, he tenido que plantearme yo mismo esta pregunta, que
no se me ocurrió a mí. La encontré en un teólogo bien conocido: E.
Drewermann, que presenta esta cuestión tan complicada como exigente.
Es más, tan importante como necesaria.
Un día, el apóstol Pedro le dijo a Jesús: “Nosotros ya lo hemos dejado
todo y te hemos seguido” (Mt 19, 27 par.). Sin embargo, si se lee el
Evangelio, con el firme deseo de llegar hasta el fondo, pronto se
comprende que, ni Pedro ni los demás apóstoles, “lo habían dejado
todo”. No. Efectivamente, ¿aquellos hombres lo habían abandonado
todo? Sin duda todo, “menos el yo”.
Pero ¿qué quiere decir esto? Y, sobre todo, ¿cómo lo sabemos? Jesús
predijo tres veces el trágico final que iba a tener en Jerusalén (Mt 16.
21-28 par; 17, 22-23 par; 20, 17-19). Los apóstoles, que lo “habían
dejado todo”, en realidad demostraron con su conducta que eso no
era verdad. Les quedaba el “yo”. De eso, no se habían despojado.
¿Qué es esto? ¿Cómo se demuestra? Y, sobre todo, ¿qué significa?
Si se leen los evangelios con atención, cualquiera se da cuenta de que,
desde el momento en que Jesús predijo, por primera vez, el final trágico
que le esperaba en Jerusalén, los apóstoles - “seguidores” de Jesús se
pusieron a discutir cuál de ellos era el “más importante”, el “primero”,
el que tenía que “ocupar el primer puesto” (Mt 18, 1-5; Mc 9, 33-37. 42-
48; Lc 9, 46-48; 17, 1-2), hasta el extremo de llevar a su propia madre
(de los Zebedeos, Santiago y Juan), para que ocuparan los cargos más
altos (Mt 20, 21 par). Lo que provocó la indignación de los demás (Mt
20, 24 par). Y con esto, se pone evidencia que allí todos querían estar en
lo más alto posible, ser importantes y mandar.
Sin duda alguna, aquellos hombres los más cercanos a Jesús se
habían despojado de sus casas, sus familias, sus bienes…, de todo,
menos de su “yo”. Es el “yo” que sabe, que tiene, que puede, que quiere
o no quiere, que se impone y decide siempre lo que más le interesa o
piensa que es lo que más le conviene. Por todo esto, se comprende que
aquellos “seguidores” de Jesús, cuando llegó la situación más difícil y de
más peligro, el “seguimiento” quedó destrozado. Judas vendió a Jesús,
Pedro lo negó, cuando Jesús oraba en la agonía, sus “seguidores”
dormían. Todos huyeron y lo abandonaron. Aquellos hombres, ¿habían
seguido a Jesús?, “Sí”. ¿Se habían despojado del yo?, “No”.
Y lo peor de todo es que el “despojo del yo” sigue tan frecuente, incluso
tan violento y tan canalla, como la violenta cobardía que exhibieron los
apóstoles de Jesús, en la oscuridad de aquella noche.
Han pasado veinte siglos de lo que ocurrió la noche aquella. Y sin duda
alguna, en estos veinte siglos, son incontables las mujeres y los hombres
que se han despojado de su propio yo, para salvar la vida o remediar el
sufrimiento de los que más sufren en este mundo. Pero desgraciada-
mente somos una inmensa mayoría los que anteponemos el “propio yo”
a lo que piensen, digan o hagan los que lo contradicen o se oponen a él.
Por eso la Iglesia está como está. Si en ella somos legión los que no nos
despojamos del “yo”, la bondad y el cariño, que nos debería unir y
distinguir (cf. Jn 13, 34-35), se reduce a mera palabrería, que engaña a
los ingenuos.