Puesto que el personal de nuestro colectivo está influido, como el resto de la sociedad, por la
información y la presión mediática a las que está sometido, la valoración de la cuestión
ucraniana es objeto de encendido debate. Lo peor del caso es que, a lo que parece, se nos
escapa lo esencial del asunto: que la guerra tiende no sólo a prolongarse en el tiempo sino
también a agravarse y extenderse a otros territorios, es decir, que se está intentando implicar
a los países europeos, miembros de la OTAN, en el conflicto. Tenemos que ser conscientes
de que se trata de una guerra que se ha diseñado en perjuicio de Europa. La ampliación de la
OTAN a países de Europa Oriental tras el final de la Guerra Fría evidenciaba el objetivo
norteamericano de seguir ahogando a una Rusia que ya no era soviética. Perseguía ese mismo
objetivo el fomento de nacionalismos independentistas en el ámbito ruso en el contexto de la
crisis del sistema soviético; en este marco, el proyecto de incorporar Ucrania a la OTAN
constituyó una provocación que, sin intentar justificar nada, explica la reacción militar rusa.
La incorporación a la OTAN de más países limítrofes de Rusia para apretar más el dogal en
torno a ésta, agrava aún más el peligro de intensificar la escalada militar de esa potencia.
Pero el objetivo norteamericano no parece ser sólo el ahogamiento de Rusia sino también el
debilitamiento de Europa en general. Con la imposición de sanciones económicas a Rusia, la
voladura de oleoductos que servían a una relación comercial de Rusia con el resto de los
países europeos, y otras medidas, se va materializando la ruina europea que conviene a los
intereses americanos. Cada vez más, se está empujando a los países europeos a implicarse en
la guerra contra Rusia. Empezó por la provisión de armamento a Ucrania, y ahora ya se
empieza a mencionar la posibilidad de enviar al frente tropas de los países europeos de
OTAN. Nos encontramos, pues, en un momento peligroso, y los pueblos de nuestro
continente no parecen tomar conciencia de la arriesgada situación hacia la que nos empujan.
C
o
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o ciudadanos debemos tomar nota de la situación y divulgar nuestra opinión para público
conoci iento. En la historia hu ana abundan las guerras pero el resultado de toda guerra es lo
ás inhumano que pueda darse. Las guerras las pierden todos los beligerantes; incluso el que
consigue sus objetivos suele pagar por ellos un alto precio de sufri iento que no justifica la
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m
,
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victoria. En el estado de ignorancia en el que se mantiene a los pueblos, éstos fácilmente
aceptan con pasividad disposiciones que no le benefician; así se les impuso la pertenencia a
la OTAN a los europeos y así se les quiere conducir ahora a una guerra ruinosa. Debemos
reaccionar y declararle a los dominadores del sistema que sus intereses no son nuestros
intereses y sus guerras no son nuestras guerras. Si no procedemos con cordura sobre este
tema podremos llegar a pagarlo muy caro.
P
ero tenemos algo que decir también como cristianos. Quienes nos consideramos seguidores de
Jesús de Nazaret debemos considerarnos instrumentos de su paz. Que donde haya odio,
nosotros llevemos amor; donde haya ofensa, llevemos perdón; donde haya discordia,
llevemos unión; donde haya error, llevemos verdad; donde haya desesperación llevemos
esperanza; donde haya sombras, llevemos luz; donde haya tristeza, llevemos alegría…
Jesús nos dio ejemplo de responder ante la violencia con una mansedumbre que no significa
so
de la
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eti
P
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iento ni pasividad ante las injusticias. Uno de sus títulos
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esiánicos es el de
“Príncipe
az y otro el de adre del siglo futuro”. Como seguidores suyos estamos convocados
”,
“P
a construir ese mundo futuro, más justo y más humano, en el que reine la paz, un mundo que
sea la patria de toda la humanidad hermanada. Tal mundo no se construye con guerras y
violencia sino con comprensión y solidaridad humana: Bienaventurados los pacíficos porque
ellos serán llamados hijos de Dios
poseerán la tierra
,
Bienaventurados los mansos y humildes, porque ellos
.