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D
ios difícil
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ente es posible ser y ejercer de cristianos y
,
a veces
,
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atizan los
L
ibros
S
agrados
.
Dios no es un ogro o ser fantástico, todopoderoso, lejano, apartado de la realidad,
siempre con el ojo avizor para castigar pecados o faltas de reglamento que, con la
mejor de las intenciones, sus administradores o representantes tuvieron a bien
redactar bajo el epígrafe de “Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia”.
El “pecado” y el “infierno”, tal y como hemos sido, y somos, educados en la fe
recibida y mantenida en los tiempos infantiles, de la adolescencia, de la madurez,
en el ejercicio de la profesión y en el retiro o jubilación, demandan planteamientos
veraces, que coincidan con exactitud con los contenidos en el Evangelio, siguiendo
con fidelidad sus enseñanzas y ejemplos.
El aserto inmoral de que “fuera de la Iglesia no hay salvación” y tantos otros a
favor de la institución eclesiástica, tal y como canónicamente está estructurada en
la actualidad, constituye una burda mentira a la que antes y ahora, no pocos
etiqueten de “piadosa”. ¡Gracias sean dadas a Dios y al papa Francisco salvadora-
mente empeñado en purificar la Curia y los curiales, con torrentes de aguas
lustrales y grandes dosis de incienso.
Multitud de predicadores y evangelizadores, de toda clase y categoría, y con signos
y símbolos litúrgicos de las más altas alcurnias feudales, se han comportado y
comportan como mentirosos nada menos que en la tarea-ministerio de la educación
religiosa a la búsqueda del Camino, de la Verdad y de la Vida.
E
l capítulo del
A
ño
C
ristiano
,
–
beatificaciones y canonizaciones
–
con la política
“
religiosa
”
que lo inspira y justifica en
m
últiples ocasiones
,
lla
m
a la atención de
m
odo especial de
quienes se sienten vocacionados a separar la cizaña del trigo
,
con el que se identifica
J
esús
“
por
”
y
“
en
”
la
C
o
m
unión de la
I
glesia con la definición paulina de
“C
uerpo
M
ístico
”.
La Iglesia está necesitada de mucha más verdad de la que aparenta poseer, y de la
que sus administradores oficiales creen que tuvo y sigue teniendo. La mentira
rezuma por sus poros, ceremonias, ritos, emblemas y artilugios clericales, junto con
sus fórmulas. La verdad recusa los ornamentos sagrados. Buenas y ponderadas
porciones de claridad, transparencia, luminosidad, limpieza, ventanas y puertas
abiertas… hacen Iglesia a la Iglesia. El misterio, la ocultación, la oscuridad,
encerrar y encerrarse, la clandestinidad… desaloja a los cristianos de la propia
Iglesia, sin necesidad de ulteriores desahucios.
Cuanto se relaciona con la sexualidad, como asignatura y comportamiento de vida
propia y ajena, así como con la mujer en general, la Iglesia miente. Se muestra
incapacitada consciente o inconscientemente para proclamar la verdad.
La calificación de “suspensos” en la educación en la fe, es destino cierto para
docentes y discentes. Si solo la Verdad hará libres, la mentira y su ministerio
encadenará a perpetuidad.
Causa sorpresa y escándalo que las mentiras “religiosas” relacionadas con la
sexualidad, que se les siguen predicando a las personas mayores, los niños “pasen”
ya de ellas, por haberlos acercado a la santa verdad los educadores en sus
respectivos centros docentes oficiales.