El tema que traíamos para la reunión de nuestro grupo de Cristianos de Base del 7 de
noviembre era el del cambio climático que está teniendo lugar como consecuencia del
calentamiento global al que está sometido nuestro planeta. El tema se había propuesto
ya con varias semanas de antelación, pero se dio una circunstancia que realzó la
importancia y urgencia del problema: la dana de Valencia del día 29 de octubre, que
produjo más de dos centenares de muertes y una enorme destrucción.
Nuestro estudio del asunto y el debate que suscitó en nuestra reunión se basó en un
guión preparado por Faustino Vilabrille, miembro de nuestro colectivo. En dicho
documento se hace hincapié en que se está alcanzando, e incluso superado en algunos
puntos, los límites planetarios para la estabilidad del sistema que hace posible la vida
en la Tierra. El primero en ser excedido fue el Cambio Climático con los Gases de
Efecto Invernadero (GEI) y el Forzamiento Radiativo. A más GEI más efecto
invernadero
, m
ás calenta
m
iento global
,
y más alteración de todo el Sistema Tierra, con
riesgo creciente de huracanes, tormentas devastadoras, incendios, maremotos, sequías
nefastas
,
inundaciones costeras
,
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m
igraciones
,
conflictos bélicos por los bienes
m
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básicos, violencia social...
Se considera que el deterioro ecológico tuvo su origen en el comienzo de la era
industrial, y que su motor es el sistema neoliberal de mercado, basado en la ambición
sin límite, de tener y tener cada vez más, lo que nos ha conducido a una explotación
salvaje de la naturaleza y del ser humano, causando muchos millones de enfermos,
muchos millones de sufrimientos, muchos millones de muertos, arrastrando al planeta
a estar cada vez más enfermo y agotado, pues tiene una capacidad limitada. Un
estudio de 50 científicos calcula que nos queda petróleo y gas natural para unos 50
años, uranio para unos 80 años y carbón para 150 años. Hay una estimación que dice
que de no contar hoy con petróleo, gas y carbón perecería el 67 % de la población.
Hoy el 40 % de la energía consumida en el mundo precede del petróleo, del cual
depende el 95 % del transporte mundial.
Los recursos de la naturaleza no son ilimitados; no podemos consumir sin límite. Los
coches de los EE.UU., por ejemplo, queman cada día 12 millones de barriles de
petróleo, y con el nuevo presidente, que niega el cambio climático, serán muchos
más. De hecho, ya hemos empleado el 95% del mercurio disponible, el 80% del
plomo, la plata y el oro, el 70% del arsénico, el cadmio y el cinc, y el 60% del estaño,
el selenio y el litio. Cada año consumimos tantos combustibles fósiles como la
naturaleza tardó en generar un millón de años. Un norteamericano medio consume
tres veces más energía que un europeo, y este tres veces más que un africano. Antes
de la era industrial el consumo de energía era de unas 11.000 kilocalorías diarias por
persona: hoy un norteamericano medio consume 210.000.
La necesidad de alimentarse se ha convertido en uno de los grandes negocios de
co
m
pañías
m
ultinacionales, pues generar productos agrícolas y ganaderos ocupa el
37 %
B
oletín nú
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. 67
- 14 de noviembre de 2024
de la superficie terrestre, consume el 70 % del agua dulce y produce el 25 % de GEI,
para que 1050 millones de Tn. de comida acaben cada año en la basura, con un valor
de 368.000 millones de euros, y una generación de 3.300 millones de Tn de GEI.
Cada persona, para alimentarnos, generamos 2 Tn. de CO2 al año.
El debate que este informe suscitó en nuestro colectivo puso de manifiesto la
situación contradictoria en la que nos hallamos. Por una parte, si queremos mantener
una vida sana, tenemos que mantener una naturaleza sana, de lo contrario, con una
naturaleza herida y enferma, enfermaremos cada vez más. Es cierto que cuidar la
naturaleza es cuidarnos a nosotros mismos; todo ser humano y toda criatura tiene
derecho a un medioambiente limpio y saludable. Según esa gica, para una buena
calidad de vida tenemos que optar por lo necesario con rechazo de lo superfluo, y por
otra economía, neutra en carbono, que funcione dentro de los límites planetarios.
Pero, por otra parte, los cambios que se postulan vienen a cuestionar lo que ya forma
parte de nuestro modo de vida. Algunas de las intervenciones en nuestro debate
remarcaron lo difícil que es poner en marcha un sistema de producción y consumo
diferentes de los que tenemos. Por eso, la cuestión es: ¿Qué hacer?, y sobre todo,
¿Cómo hacerlo? El Estado existe para organizar y emprender aquellas tareas que los
ciudadanos no podemos realizar individualmente. La necesidad del Estado y su
intervención se están poniendo de manifiesto estos días en la problemática generada
por la dana de Valencia. Estamos ante problemas que o se resuelven globalmente o no
tienen solución.
Los cambios que se postulan, como necesarios para el mantenimiento del medio
ambiente, vienen a cuestionar lo que ya forma parte de nuestro modo de vida.
Resulta imposible poner en marcha un sistema de producción y consumo
distintos de los que tenemos si no es con intervención y bajo control estatal.
No es tiempo de ritos acostumbrados sino de evangelio por estrenar. No es tiempo de
presumir de lo que sabemos, de lo que somos, sino de aprender lo que hemos de ser.
Delante de nosotros va Jesús.
Pensábamos que con él íbamos a ocupar posiciones de poder en el mundo nuevo que estaba
comenzando, y todo se nos vuelve extraño cuando le oímos decir: “El Hijo del hombre va a
ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán”. Tan extraño era aquello, que se nos
quedaron también sin sentido las otras palabras que añadió Jesús: “después de muerto, a los
tres días resucitará”.
Y mientras él habla de lo suyo, de su muerte, nosotros hablamos de lo nuestro, de quién
entre nosotros es el más importante.
No habíamos caído en la cuenta de que una Iglesia de “importantes”, una Iglesia de
“primeros”, es un imposible: entre “importantes” es imposible la comunidad; entre
“primeros” es imposible la comunión…
Pero hay un camino para ser importantes y primeros, y ser al mismo tiempo la Iglesia de
Cristo, el cuerpo de Cristo, una comunidad en comunión, en la que todos somos uno:
“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Nos lo dice el que va delante de nosotros, aquel que, “con ser de condición divina, no hizo
alarde de su categoría de Dios”; nos lo dice el que “se despojó de su rango, tomando la
condición de esclavo, pasando por uno de tantos”; nos lo dice aquel que “se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz”.
La Iglesia es una comunión de últimos: de discípulos del último, de aprendices de Jesús, de
siervos de todos… No hacemos comunión con el poder que oprime sino con el amor que
sirve.
Pero el apóstol Santiago nos recuerda hoy que podemos traicionar esa comunión con Cristo
Jesús: “envidias y rivalidades” son la evidencia de nuestra obsesión por ser “el más
importante”; “envidias y rivalidades” son el seno donde se gestan guerras y contiendas”.
La comunidad a la que el apóstol se dirige, formada por creyentes a los que él llama
“hermanos míos”, es una comunidad herida, de la que se dice: “codiciáis y no tenéis;
matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada”.
Si no queremos ser una “no comunidad”, habremos de mantenernos siempre en la escuela
de Jesús, en el camino de la cruz, en la búsqueda obstinada del último lugar, en el servicio
humilde a todos los de casa.
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reino de Dios, “para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.
Comulgamos lo que hemos de ser: últimos, siervos, Jesús…
En un mundo polarizado y crecientemente tenso en los últimos años, la pesadilla de una
T
ercera
G
uerra
M
undial vuelve a ocupar un lugar destacado entre las preocupaciones de la
población. No en vano es uno de los asuntos más tecleados en el buscador de Google.
La Caída del Muro de Berlín en 1989 puso fin a la Guerra Fría, produciendo una oleada
de alivio mundial al darse por terminada la amenaza nuclear. Pero esta noción de un
mundo unificado, ya no dividido en dos bloques, apenas duró tres décadas. La relativa
tranquilidad ante la conclusión de la Guerra Fría al final de la década de 1980 se ha
evaporado, sustituida por una inquietud considerable en torno a a la invasión rusa de
Ucrania y el enfrentamiento Israel-Palestina en Gaza.
En Europa abundan los expertos en Defensa que alertan sobre un ominoso futuro
inminente, con guerras que involucrarán a China, Rusia, Corea del Norte e Irán en los
próximos cinco años. Según esta teoría, estaríamos pasando de un mundo de posguerra
a un mundo de preguerra.
D
ada la
m
agnitud de la violencia en varias zonas de conflicto
sobre todo Ucrania y
Oriente Próximo
podría argumentarse que ya se está desarrollando una Tercera Guerra
Mundial, a falta de una chispa que haga involucrarse a las potencias occidentales.
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plica que una escalada hacia una gran batalla global es inevitable
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los conflictos que se desarrollan en varios puntos calientes
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acífico) son disputas locales, puntuales y no interconectadas. Pero es más probable
ahora que en cualquier otro momento desde el final de la última guerra mundial.
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contra
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crania desde hace dos años y dos
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lo
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is
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o sucede desde el
7
de octubre
de 2023 con la guerra entre Israel de Benjamín Netanyahu y los milicianos palestinos de
las organizaciones terroristas de Hamás y la Yihad Islámica. El final de ambos conflictos
parece lejano, como estamos comprobando con la escalada bélica entre Israel, Irán y
Líbano. Ante este escenario de confrontación planetaria, la Unión Europea plantea su
salvaguarda como un esfuerzo compartido entre los actuales países miembros. No en
vano Ursula von der Leyen ya habla de Europa como un proyecto de seguridad, objetivo
al que va a dedicar su segundo mandato al frente de la Comisión Europea.
En nuestros tiempos el mundo ya no está enfrentado en dos bandos opuestos como en
tiempos del Muro de Berlín, sino en múltiples facciones hostiles con sus correspon-
dientes ideologías identitarias, nacionalistas, étnicas y religiosas. Lejos de disminuir, el
número de muros ha aumentado en la Tierra. En cuanto a nuestro futuro, conforme se
multiplican las teorías, la incertidumbre aumenta. La Tercera Guerra Mundial ya no es un
vaticinio que sólo hacen los agoreros en las tertulias de madrugadas, sino una
posibilidad cada vez más verosímil.
“La pobreza no es una fatalidad, es una injusticia… La opción preferencial
por los pobres es una opción preferencial de Dios… La verdadera
solidaridad significa luchar contra las causas estructurales de la pobreza,
la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de
los derechos sociales y laborales… No es posible ser cristiano sin una
opción preferencial por los pobres… La espiritualidad de la liberación es
una espiritualidad encarnada en la historia de los pueblos oprimidos… La
Teología de la Liberación es una reflexión crítica sobre la praxis histórica
a la luz de la Palabra”.
Quien así ha pensado y escrito, en diferentes ocasiones y escritos, es el teólogo
peruano Gustavo Gutiérrez, nacido en Lima en 1928, y considerado padre y
fundador de la Teología de la Liberación. Una forma de pensar o sistema
teológico que, partiendo de la reflexión sobre a praxis de las comunidades
cristianas
,
se orienta hacia la liberación total de la realidad
,
co
m
o aparece en su
libro
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ático
,
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eología de la
L
iberacn
: P
erspectivas
,
aparecido en
1971
.
Gustavo Gutiérrez acaba de morir. Desde
Redes Cristianas
queremos expresarle
hoy nuestro reconocimiento y afecto personal. Y, aunque nos deja muy tristes
su partida, nos sentimos muy orgullosos por el profundo legado evangélico que
nos ha dejado con su reflexión y su testimonio.
Por contextualizar un poco más esta figura que, siguiendo la apreciación del
filósofo Karl Jasper, ha sido “uno de los hombres decisivos de la humanidad”,
destacamos algunas de sus líneas de pensamiento o de fuerza que sintetizan
tanto la dimensión social de la fe cristiana, como el impulso que han tenido en
el origen y espiritualidad militante de las Comunidades Eclesiales de Base (entre
nosotros, Comunidades Cristinas Populares):
* La contextualización o historización de la fe a la luz de la historia de los
pueblos pobres y oprimidos, como contrapunto al marcado acento de su
racionalización ahistórica y esencialista. * La implantación de la justicia como
visibilidad social del Reino de Dios, * La opción preferencial por los pobres y
excluidos.* La liberación integral que, más allá del pecado, abarca la liberación
de la pobreza económica y política y de las estructuras que esclavizan a las
personas y los pueblos. * La teología no puede reducirse a una reflexión
filosófica sobre la fe, sino que debe partir de la praxis para liberar la realidad
esclavizada.
Evaristo Villar
G
G
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Los distintos Sínodos convocados por el Papa Francisco (familia, juventud,
Amazonía, Sinodalidad) han generado grandes expectativas en los sectores
de la Iglesia Católica que pensamos que son urgentes las reformas
profundas, tanto en la estructura como en aspectos doctrinales. El riesgo, ya
acabando el año 2024, es que la Iglesia no conecte con la mentalidad y
problemática de las mujeres y los hombres del siglo XXI y con los avances
de la Ciencia que nos permiten entender mejor muchos aspectos que afectan
directamente a la vida de tantas personas.
Valoramos pues que el Papa haya tomado estas iniciativas que han
permitido la expresión libre de los católicos y católicas a través de las
consultas realizadas y que en el mismo Vaticano se haya podido hablar
públicamente de temas que en otros tiempos no hubiera sido posible.
Sin embargo, las conclusiones de estos sínodos, incluso en este último,
sancionadas por el Papa y asumidas directamente para poner énfasis en la
estructura sinodal, han dejado mucha desilusión y pocas esperanzas en que
la Iglesia aborde o al menos abra la puerta a cambios significativos que son,
a nuestro juicio, muy necesarios y urgentes. De hecho, ya vamos muy tarde.
La participación de laicos en el reciente Sínodo, minoritaria pero existente,
y de mujeres, laicas y religiosas, igualmente minoritaria, es sin duda algo
positivo pero siempre teniendo en cuenta, no solamente la desproporción
numérica en comparación con los clérigos, sino también que, a falta de una
estructura democrática en la Iglesia, los participantes en el Sínodo fueron
propuestos por las conferencias episcopales o a instancias de la jerarquía.
Otro motivo de desilusión ha sido la decisión del Papa Francisco de sustraer
al debate y votación de la última etapa del Sínodo aquellos temas que
requerían un análisis previo de expertos. Se han creado comisiones, de
nuevo, sin conocerse claramente con qué criterios, que tienen de plazo hasta
junio de 2025 para presentar sus conclusiones. ¿Qué ocurrirá después de esa
presentación? En esas comisiones se están debatiendo temas que, a nuestro
juicio, son claves para el avance y la reforma necesaria, el acceso de las
mujeres al diaconado entre otros.
Si leemos el punto 60 del documento final del Sínodo, podemos valorar
positivamente que se reconozca la contribución esencial de las mujeres en la
Iglesia a través de la Historia, para afirmar después que hace falta
discernimiento, pero vemos con tristeza cómo, de nuevo, se pide a las
mujeres algo que no se pide a los hombres: atestiguar que su papel en la
Iglesia es importante. A Redes Cristianas le parece una exigencia
irrenunciable, para que la Iglesia sea verdaderamente sinodal, la igualdad a
todos los niveles de todos sus miembros y eso incluye a las mujeres y a las
personas homosexuales, de las que apenas se dice nada en el documento
final, ni siquiera una mención explícita, así como a otros sectores de Iglesia
discriminados. Se pide la acogida, pero a la vez se mantienen barreras que
habría que derribar.
Queremos pensar que el mensaje del documento final que llama a ser
sinodales en las iglesias locales, se va a traducir de una manera efectiva en
que se hagan realidad las afirmaciones de los apartados que hablan de la
estrecha relación entre lo consultivo y deliberativo, de la rendición de
cuentas por parte de la jerarquía y de la “saludable descentralización” (134).
Ante la constatación de la diversidad en la Iglesia, es necesario y urgente
armonizar esa diversidad para que la llamada a la unidad no frene las
legítimas y fundadas propuestas de amplios sectores del Pueblo de Dios
(sensus fidelium).
También, para terminar este comunicado, queremos reivindicar la figura,
fundacional y profundamente sinodal, de las comunidades de base en Redes
Cristianas, y plasmar el último punto de nuestra Carta de Identidad.
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ación profunda en todas sus
dimensiones: bíblicas y teológicas, éticas y morales, pastorales y litúrgicas,
místicas y organizativas. Siguiendo las huellas de muchas personas y
movimientos cristianos que en el pasado han dado testimonio de una Iglesia
encarnada y servidora del mundo, necesitamos recobrarla hoy como ámbito
de vida y libertad, de denuncia y de propuesta, de búsqueda y creatividad,
de amistad y alegría. Entre todas y todos vamos intentar sorprender al
mundo con la Buena Noticia de que la Iglesia ya se está poniendo en actitud
de ser “la sal de la tierra y la luz del mundo”, que quiere el Evangelio.
Una historia que se acaba
Pagès Ferret, escriptors
Publicado en 30 octubre 2024
Acabado el Sínodo de la llamada Iglesia católica con el fracaso temido, a causa de la mala
voluntad de los dirigentes participantes, procede hacer un balance sintético de lo que ha sido la
experiencia secular de la institución.
Creemos que este balance sintético tiene que comprender, tan brevemente como sea posible, los
apartados siguientes.
1) Comienzos y objetivos. 2) Fracaso inicial. 3) Sucesivos fracasos. 4) Actuaciones buenas y las
malas. 5) Culpables. 6) Resultados. 7) Salidas.
1) En los siglos VIII-VII a. C., algunos profetas (Amós, Isaías, Miqueas y Jeremías), de parte de
Yahvé, plantearon, de manera muy clara y contundente, un gran objetivo: el Derecho y la Justicia.
Con el fin de asegurar una sociedad “humana”. Siglos después, Jesucristo y sus inmediatos
seguidores expusieron unos principios complementarios de ayuda a personas necesitadas y de
aceptación de todas las personas, principios llamados evangélicos.
2) Pasada la generación de los apóstoles, la siguiente alteró el espíritu evangélico (así como los
anteriores principios proféticos) reduciendo la experiencia “cristiana” al hecho de bautizarse. El
instrumento más eficaz para conseguirlo fue el mal libro “Hechos de los apóstoles”, que, en el
pasaje (cap 2, ver 37-38), desvirtuó del todo la doctrina de Jesús. O sea, se pasó de “hacer el bien”
a una ceremonia burocrática.
3
) A
este fracaso inicial se añadieron las complicaciones propias de las relaciones con la estructura
política, empezando por los emperadores romanos (sobre todo Teodosio, que impuso la nueva
doctrina co
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o oficial
). A
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peradores siguieron señores feudales
,
reyes y una inter
m
inable serie
de aprovechados, entre los cuales los mismos burócratas de la Iglesia: obispos, cardenales, papas.
4) Pero en los escalafones bajos de la Institución no faltaron mucha buena gente que se dedicaron
a hacer el bien: monjes y “hermanas”, que en hospitales, algunos monasterios, iban recogiendo a
pobres, enfermos, heridos y gente necesitada.
Otra aportación muy importante de los monjes cristianos fue durante mucho tiempo la copia,
palabra a palabra, de libros de los sabios griegos, libros ya deteriorados, que así se conservaron
hasta empalmar con la cultura del Renacimiento.
Pero junto a actuaciones buenas no faltaron de muy malas: grupos dedicados por vocación a
luchar para luchar, incluso con una “vocación militar cristiana”. Los tuvieron que enviar a
Palestina, entonces ocupada por los musulmanes, a “intentar” construir un “estado cristiano” (las
llamadas cruzadas). Ila actuación más infecta fue la imposición forzada de algunas creencias
religiosas, hasta la quema de ”herejes”.
5) Los principales culpables del fracaso histórico de la Iglesia han sido, sin paliativos, casi todos
los dirigentes, sobre todo de obispos hacia arriba. Han continuado enseñando creencias antiguas,
sin darse cuenta de que habían periclitado, y han continuado poniendo los aspectos teóricos por
encima de los prácticos (la justicia y hacer el bien).
6) Los resultados han sido: pérdida de la clase obrera, pérdida de la juventud y pérdida de muchas
mujeres y de todo tipos de personas. En Europa, sin querer definir todo el mundo, a la vieja Iglesia
le resta, creemos, una generación de vida, sin relevo.
7) S
i se piensa y se está dispuesto a hacer las cosas bien
,
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m
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per la estructura endu-
recida
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unidades cristianas tengan una
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ONG
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,
y que tengan buena relación con los sindicatos de trabajadores
. U
n buen
consejo seria dejar de celebrar todas las fiestas del año entre semana, excepto Navidad y Pascua.
La Iglesia debe reinventarse activamente y no limitarse a “gestionar el
declive”. Es el veredicto del teólogo austríaco Paul Zulehner, quien, en
este momento de la historia, ve a la Iglesia católica en medio de un
“punto de inflexión” de una Iglesia para sacerdotes a una iglesia para
vocaciones bautismales.
Se refiere el teólogo austríaco (Viena, 84 años) a una encuesta realizada
en el primer trimestre de 2024 e iniciada por la Iniciativa de Pastores de
Austria, que es el punto de partida de su nuevo libro, que se publicará
próximamente, “Tiempo de cambio. Tareas y oportunidades de las
reformas estructurales de la Iglesia”.
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recogida por
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iena y
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burgo
. S
egún el teólogo
,
en la
iglesia sacerdotal
se piensa en la parroquia
en términos del sacerdote, en la ‘iglesia con vocación bautismal’, en
términos del pueblo de Dios. Quienes representan a los primeros
resultan ser mucho más resistentes a las reformas estructurales”.
Pero Zulehner, según las mismas fuentes, pide más honestidad en la
Iglesia: “Es mejor admitir que el motivo principal de las reformas
estructurales es la falta de dinero que ocultar la escasez de recursos y
dar razones religiosas”.
Si esto no fuese así, aseveró teólogo y sociólogo religioso vienés,
“entonces podremos luchar s honestamente sobre quién decide y qué
prioridades influyen en las decisiones”.
Por ello, Zulehner señaló que la Iglesia no debería “gestionar la caída”
sino “gestionar la transición” y afirmó que “muchos miembros de la
Iglesia piden un compromiso ‘político’ decisivo con la paz, la justicia y
la preservación de la creación y se oponen a la ‘trágica preocupación de
la Iglesia por sí misma’”.