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La xenofobia es el rechazo, miedo u odio hacia personas extranjeras o hacia lo percibido como extranjero o desconocido (cultura, idioma, apariencia, costumbres). Este sentimiento puede ser influido por rivalidades históricas, problemas sociales durante crisis económicas, y la educación en el entorno familiar y social de ciertos colectivos étnicos que buscan reforzar su identidad y pertenencia a su grupo.
Pero hay que distinguir entre lo que fue la raíz o causa generadora de la xenofobia y lo que está siendo actualmente su utilización oportunista en el contexto de la lucha de clases. La xenofobia tiene raíces muy profundas en la larga época anterior a la aparición de la agricultura, hace unos 10.000 años, cuando los pueblos cazadores-recolectores competían por recursos limitados como alimentos, agua y territorios de caza. Esta competencia generaba inevitablemente guerras tribales, pero actualmente la xenofobia es un factor utilizado en la lucha de clases.
Durante millones de años, los grupos humanos dependían del control de territorios específicos para sobrevivir mediante la caza, pesca y recolección. La llegada de un grupo externo se percibía como una invasión, una agresión, ya que lo era en realidad, pues los inmigrantes necesitaban un nuevo territorio vital. Esa constante lucha inter-étnica por la existencia implicaba genocidios y la extinción de los grupos derrotados en las guerras inter-tribales, una dinámica que se mantuvo hasta la aparición de la agricultura.
La implantación de la agricultura fue un proceso lento y no simultáneo en todas partes. Con el cultivo de la tierra hizo su aparición la propiedad privada del terreno productivo, algo que no podía existir entre las poblaciones de cazadores-recolectores. Esto dio lugar a diferencias entre quienes poseían tierras y quienes carecían de ella. Las guerras también experimentaron cambiaos: dejaron de ser de exterminio para convertirse en conquistas de territorios y siervos. Los vencidos se convertían en esclavos de los vencedores y debían trabajar para éstos. Así nacieron las clases sociales y la lucha de clases.
En el nuevo contexto, la xenofobia fue perdiendo sentido, ya que el verdadero enemigo de las clases oprimidas son las clases opresoras, no los inmigrantes. Sin embargo, la xenofobia sigue siendo un componente político importante porque es aprovechada por grupos en el poder para desviar la atención de las verdaderas causas de las tensiones sociales, como las desigualdades económicas y las políticas neoliberales. Fomentar el odio o el miedo hacia los inmigrantes crea un chivo expiatorio y debilita la capacidad de acción colectiva de las clases trabajadoras.
La clase dominante controla los medios de comunicación y el sistema educativo, manipulando la información y la enseñanza para mantener a las clases subordinadas inconscientes de su situación y evitar cuestionamientos al statu quo. Esta manipulación incluye la demonización de movimientos sociales y la censura de voces disidentes, así como la falta de educación crítica que dificulta la identificación y el desafío a las estructuras de poder opresivas. Además, fomentan la fragmentación y la rivalidad entre grupos subordinados para prevenir una resistencia unificada.
El aprovechamiento del sentimiento xenófobo es una estrategia utilizada a lo largo de la historia por la clase dominante para mantener y reforzar su control. Esta táctica ahonda las divisiones sociales y promueve la injusticia. Para combatirla, es esencial superar las raíces de la xenofobia promoviendo la solidaridad y la igualdad entre todos los seres humanos.